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'Una sucesión de amaneceres imprevistos' (Guillermo Ortiz). "¿Cuándo ha coincidido que veinte escritores se pudieran ganar la vida escribiendo a la vez?"



Nacido en Madrid en 1977, Guillermo Ortiz es sin duda alguna uno de los más inquietos y prometedores escritores y periodistas de su generación. Todoterreno nato capaz de desenvolverse a la perfección en ámbitos tan especializados como la música, el cine, la literatura o los deportes, ha colaborado en numerosos medios como Neo2, Tendencias, Cuadernos Hispanoamericanos o Notodo.com, y actualmente lo hace para la revista JotDown y La Noche de COPE. También hizo su incursión en el mundo de la edición on line, participando en la fundación de Unfollow Magazine.

Acaba de publicar Compendio deportivo en la Editorial Debate y el libro de relatos Una sucesión de amaneceres imprevistos en Lapsus Calami. Así mismo, en breve saldrá a la venta la reedición de su libro Ganar es de horteras, una novela que recorre veinticinco años de afición por el baloncesto -como le gusta decir a él, "una especie de Fiebre en las gradas de Nick Hornby pero a la madrileña y con el Estudiantes haciendo de Arsenal"-.

Lo entrevistamos el día previo a la presentación de Una sucesión de amaneceres imprevistos, que tendrá lugar mañana 25 de abril a las 20:00 horas en la librería madrileña Tipos Infames con la presencia de los escritores Jorge Díaz y Manuel Jabois.

- Presentas a la vez dos nuevos títulos. Un libro de relatos -Una sucesión de amaneceres imprevistos- en Lapsus Calami y Compendio deportivo para la editorial Debate. Dado que estamos en la semana de San Jordi y La Noche de los Libros, ¿cómo se los venderías a nuestros lectores?

- Son dos libros completamente distintos y la casualidad ha querido que se junten en las librerías. Amaneceres imprevistos -utilicemos el nombre acortado, por cortesía a los lectores- es ficción, seis relatos que tienen en común la necesidad de huir que tenemos un poco todos últimamente. ¿Huir de qué? Bueno, eso no lo tenemos claro. Ni adónde. Pero la idea de que puedan existir esos "amaneceres imprevistos", de salir de la rutina... eso es atractivo de por sí. Tiene un punto Hemingway bastante marcado, meterse en el personaje y la situación y que a partir de ahí salga la historia, sin forzarla pero sin evitarla, sin resultar trivial pero sin grandilocuencias. Yo creo sinceramente que es un libro que merece mucho la pena y que a cualquiera le va a divertir.

En cuanto al Compendio deportivo de Debate es algo divertidísimo. Lo que tienen en común todos mis libros al menos hasta ahora es que son divertidos. Como lector me gusta divertirme, que me entretengan, que no vea al escritor detrás sino que me pueda perder en la historia con una sonrisa según el momento. El Compendio es lo que promete: una recopilación de historias de deporte, desde Copas de Europa de fútbol hasta el haka maorí pasando por anécdotas de lo más variadas. Está dirigido a todos los públicos. A ver, te tiene que gustar el deporte, pero no hay que ser un loco, no está pensado para frikis obsesionados con los datos. Hay mucha ironía, muchas cosas que probablemente el lector no sabe, otras que sí sabe pero no se las habían explicado bien del todo nunca... En fin, se pueden comprar los dos libros y que no parezcan ni del mismo autor, cada uno se defiende por sí mismo.

- También vas a reeditar Ganar es de horteras, tu particular Fiebre en las gradas en versión madrileña y estudiantil. Nos consta que la primera edición te la autoeditaste, y no con malos resultados.

- No, no me la autoedité en ningún momento. Es una edición de Cestos de Melocotón como otra cualquiera de cualquier editorial. Lo que sí era distinto es que la editorial escogió no tener distribuidora y nos tuvimos que trabajar la venta con mucho esfuerzo... pero eso no es autoedición, simplemente es una decisión editorial que a mí me limitó en cuanto a posibles ventas pero me benefició porque tenía mucho mayor porcentaje de ventas. Tiraron tres ediciones, unos 1000 ejemplares, y está agotado. Ahora lo vuelvo a sacar con Ediciones JC, una editorial también especializada en libros de baloncesto, como Cestos de Melocotón. Si vendimos 1000 ejemplares sin distribución, con envíos por Internet y muy pocos puntos de venta que confiaran en nosotros, como la librería Tipos Infames, la verdad es que podríamos haber vendido muchos más, a ver qué tal se da la reedición. Hemos puesto un prólogo nuevo, de Pablo Martínez Arroyo y un último capítulo muy emotivo para mí. La ventaja de escribir sobre baloncesto y en concreto sobre el Estudiantes es que los aficionados lo compran con entusiasmo. La desventaja es que pierde un poco el sentido que yo quería, que iba por el rollo Nick Hornby: no una historia del club o el deporte, sino una vivencia personal, una vida explicada a partir de recuerdos del Estudiantes.

- Has dado el salto a un gran grupo editorial como Penguin Random House después de años de publicar tus textos en editoriales independientes o, incluso, recurrir a la autoedición. ¿Qué les dirías a todos los prejuiciosos que dicen que autopublicarse es de horteras?

- Yo estoy muy contento de estar en Penguin Random House y más contento de que me hayan llamado ellos por mi trabajo de muchos años en JotDown y otras revistas y publicaciones. Es otra historia por completo. Le tengo un infinito cariño a las editoriales independientes y es cierto que llegué a autoeditar un librito en 2006, pero ni siquiera lo puse a la venta, era un regalo para amigos y familia. La autopublicación tiene su sentido porque las editoriales están tan hasta arriba de ejemplares recibidos y a la vez con tantos problemas de dinero para publicar, e incluso cribar bien lo que reciben, que muchas veces hay grandes libros, o al menos libros muy publicables, que se pierden por el camino. En ese caso, la posibilidad que da la tecnología de editarte tu propio libro por poco dinero y al menos tenerlo de recuerdo es algo muy deseable. Lo que no acabo de ver es que sea una salida comercial. Ya es complicado salir adelante sin una distribuidora como para además poner de tu bolsillo la edición, pero, vaya, no veo ningún problema. Quizá sea incluso posible desde una pequeña editorial independiente cambiar las reglas del juego con algún libro, pero si las grandes están asfixiadas las pequeñas aún más. Hay pocas fuerzas, poco dinero y cada vez menos ganas.

- También participaste en el Taller Bremen junto a escritoras como Lara Moreno, Rebeca Rumeur y Marina Fernández Bielsa, entre otros. ¿Qué puedes decirnos sobre los talleres literarios?¿Realmente se aprende a escribir?

- A ver, hay distintos tipos de talleres. Los hay formativos y los hay simplemente para compartir relatos en torno a un tema. El nuestro era de los segundos, aunque no me gusta nada llamarlo Taller Bremen. Nos reuníamos en el antiguo bar La Buena cada dos semanas, fijábamos un tema o una técnica y luego leíamos. Ni siquiera nos criticábamos o apenas lo hacíamos porque el nivel de exigencia era tan alto que sabías que no podías fallar. En ese sentido, claro que aprendes. ¿Aprende un futbolista que entrena todos los días? Sí, claro. En ese taller había poetas muy buenas como Kika de Castro, que no ha puesto nunca especial interés en publicar, se pasó alguna vez Miguel Ángel Maya, creo recordar, y a mí me gustaban mucho los relatos de David Ruiz, un tipo con muy buen instinto para contar historias.

Contestando a vuestra pregunta de si se puede aprender a escribir "partiendo de cero", que entiendo que es por donde ibais, o si tiene sentido ir a algún sitio para aprender a escribir, creo que sí. Se aprende a todo en la vida. Se aprende leyendo y se aprende escuchando buenos consejos. Se aprende escribiendo y se aprende cuando alguien te dice por qué has hecho algo mal o por qué no funciona un relato. Parece que hay una tendencia a pensar que el artista es un ser mágico que nace ya tocado por una varita y que todo lo hace por instinto y naturaleza. Eso viene del romanticismo y habrá quien se identifique así, pero el 99% de las personas, escritores o no, vamos aprendiendo en la vida. Si no, sería un coñazo. Hay que tener talento, hay que tener buen gusto, hay que tener constancia... pero además hay que tener herramientas y saber usarlas y no necesariamente se consigue sin aprendizaje.

- Escribes sobre hazañas deportivas en JotDown, el magazine de moda. ¿Qué libros sobre deporte recomendarías incluso a tu peor rival deportivo?

- Es curioso porque en España hay una enorme tradición deportiva, incluso tenemos periódicos deportivos como los más leídos del país, pero no ha habido nunca una tradición literaria deportiva, libros que cuenten historias de deporte o en los que el deporte juegue algún papel. En Estados Unidos es muy habitual, pero aquí no, no hay tradición de lo que podríamos llamar el sportswriter. JotDown ha recuperado un poco eso, precisamente por su influencia anglosajona: contar historias del deporte, de momentos y personajes del deporte que van más allá del dato o el palmarés o la bufanda. Historias trabajadas y para cualquier público.

A la vez, en los últimos años, han empezado a aparecer más y más libros de deporte. Por ejemplo, Plomo en los bolsillos, de Ander Izagirre, es una auténtica maravilla, como El ritmo de la cancha, de Jacobo Rivero, o determinadas crónicas periodísticas sobre momentos específicos del deporte. Hay un libro, Stroke of genius, de Jon Wertheim, que escribe en Sports Illustrated, sobre la final de Wimbledon de Nadal y Federer de 2008 que es un libro con todas las letras, maravilloso, describe los personajes, va hacia adelante, hacia atrás, crea contextos, tramas, subtramas... Una delicia.

- También fundaste Unfollow Magazine. ¿Cómo fue tu experiencia como editor on line?

- Fundé Unfollow Magazine con Ana Boyero porque los dos queríamos dignificar la profesión. Sé que suena pedante y ambicioso pero era así. No queríamos dignificarla porque escribiéramos de la leche o tuviéramos los mejores contenidos del mundo. Por supuesto, también intentábamos eso, pero lo importante para nosotros era hacer una revista digital en la que la gente cobrara por su trabajo, que entregara un reportaje y a los tres días tuviera su transferencia en el banco, que el periodismo no fuera un pasatiempo sino una profesión otra vez, incluso el periodismo digital. No teníamos publicidad, no teníamos esponsors, apenas nos llegaron ayudas a nuestra cuenta de PayPal, pero ahí estuvimos los dos durante seis meses, perdiendo dinero cada mes pero contentos con nuestra revista. Aparte de los columnistas o los artículos, en mi época de Unfollow publicaron relatos inéditos Pablo Gutiérrez, Lara Moreno, Andrés Barba... era un lujo. Luego yo tuve problemas personales serios, mi padre murió, estaba preparando mi boda... todo se complicó a un nivel que me hacía imposible seguir, pero ahí está Ana con la revista y creo que sigue manteniendo un nivel excelente.

- ¿Podrías hablarnos un poco de cómo ves el panorama actual de las letras españolas?

- Es difícil saberlo. El otro día estaba en una conferencia de editores jóvenes independientes y todo era negativismo, pasotismo... estaban delante de un montón de potenciales lectores y les fueron echando poco a poco hasta que se quedó la sala vacía. No sé cómo acabó porque yo también me fui. El tópico es decir "En España no se lee", pero no es verdad. Se lee bastante, lo suficiente como para mantener una industria. Se lee a Ruiz Zafón, se lee lo de Grey, se lee bastante no ficción... A veces parece que los que dicen "En España no se lee" quieren decir "En España no se lee lo que yo quiero que se lea". Es un error. Hay autores más comerciales y autores menos comerciales pero eso ha pasado siempre. A todos nos puede dar mil patadas que analfabetos que salen en la tele firmen libros en la Feria, pero si eso sirve para que los grupos puedan ganar un dinero y reinvertirlo en otros autores que no venden nada, bienvenido sea. Fíjate en el cine, todo el rato quejándose, que es un desastre, que la gente no va a ver cine español... y llega Cobeaga con un producto que le llevan regateando desde 2007, da con la tecla y Ocho apellidos vascos se convierte en la película más vista de la historia del cine español. ¡De la historia! Y no es una porquería de película, es divertida, está bien... A mí me descorazona saber que Pablo Gutiérrez no vendió ni mil ejemplares de Rosas, restos de alas o que la mayoría de los autores que conozco se mueven en esas cifras si llegan, incluso con promoción y tal, pero es que siempre ha sido así. ¿Cuándo ha coincidido que veinte escritores se pudieran ganar la vida escribiendo a la vez? Hubo un apogeo de la industria editorial a finales del XIX y durante el XX pero lo normal es escribir poco y vender poco.

En cuanto a la calidad de lo que leo, hay de todo. Se publican muchas cosas malas. Supongo que es una falta de autoexigencia del escritor y de la editorial, pero de nuevo os digo lo de antes: siempre ha sido así. Luego leo a Pablo Gutiérrez o a Lara Moreno o a Andrés Barba o el excelente Un buen chico de Javi Gutiérrez y me reconcilio con el futuro de la narrativa española. Que en una generación haya dos escritores buenos de verdad ya es difícil, que haya tres o cuatro es un milagro. Ahora mismo están publicando cien tíos, pues habrá que conformarse con que las pepitas sean escasas.

- ¿Qué consejos darías a un joven escritor aún inédito?

- Que se divierta escribiendo. Que se divierta mucho. Que no caiga en el malditismo y tampoco en la desesperación. Puede que no le editen porque lo que escribe es muy malo y puede que escriba maravillas y no encuentre hueco porque todos sabemos que las editoriales son ahora mismo una ruleta rusa. Que se olvide de lo de "inédito". ¿Qué más da? Tiene que escribir, buscar recursos, leerse y gustarse como lector, eso es lo importante. El resto llegará. Y si no llega, el mundo no se acaba. Hace tres años, un escritor bastante miserable, que anda por ahí suelto todavía, me quitó una columna en su revista "porque era un autor inédito". Ahora tengo tres libros en mercado y los tres estaban escritos entonces. ¿Qué ha cambiado? Nada. Que alguien obsesionado con el estatus te va a mirar de una u otra manera. Pues muy bien, que les vaya bonito.

- Por último, ¿ayer regalaste algún libro?

- Pues no regalé nada porque me pasé trabajando todo el día. El escritor inédito y el escritor editado suelen tener algo en común: trabajan mucho en cosas que no tienen nada que ver con la escritura... pero si tuviera que regalar, me iría a Tipos Infames y arramplaría con cualquier cosa de Emmanuel Carrère o los Diarios de Iñaki Uriarte o las investigaciones de Saviano sobre la cocaína en Cero, cero, cero... En ficción, lo nuevo de Loriga no está mal, mejor que lo anterior. Yo, al menos, me lo pasé muy bien leyéndolo, desde luego, pero es que yo soy un tipo muy raro.

(The Art Boulevard)

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