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Las trovadoras de la Edad Media: la mujer en la literatura




Durante la Edad Media las mujeres ya existían. ¿No lo sabían? Pues sí, las mujeres existen desde los inicios de la humanidad, aunque los libros no hablen de ellas y se haya cubierto su existencia con un velo de invisibilidad

En el artículo de hoy recuperamos algunos nombres fabulosos de la poesía que han quedado un tanto ensombrecidos

- ¿Quiénes eran las trobairitz?

Se cree que el concepto de “trobairitz” fue utilizado por primera vez en el Romance de Flamenca del siglo XIII y su significado técnico era “componer“. Se les decía así a aquellas mujeres que creaban versos y cantaban y recitan en público. No eran mujeres normales y corrientes, pertenecían a la corte de Occitania y gozaban de cierto prestigio.

Las trobairitz eran trovadoras occitabas que entonaban poemas y canciones populares y conseguían que un gran número de personas las admirara y respetara; por extraño que pueda resultar esto, teniendo en cuenta el espacio que las mujeres tenían en aquella época en la sociedad.

Se cree que las trobairitzs fueron las primeras compositoras de música secular occidental; ya que hasta ese momento las pocas mujeres que escribían, hacían música sacra.

En el ámbito de las clases bajas también había poetisas compositoras. Se llamaban joblaresses y se diferenciaban de las trobairitzs básicamente por la línea familiar; eran hijas de familias humildes y se convertían en trovadoras en su propio sector.

Demás está decir que no hay joblaresses que hayan pasado a la historia; si las mujeres no cuentan, las de clases bajas menos aún. En lo que respecta a las trobairitz perduran varios nombres, entre los que se encuentran: Alamanda de Castelnau, Maria de Ventadorn y Gormonda de Monpeslier.

- Hetero y homoerotismo en la Edad Media.

Una de las características más importantes de esa poesía medieval era que ponía en palabras el deseo femenino, sublimándolo pero sin reducirlo a un mero informe; de este modo, las mujeres contaban y establecían lazos con su entorno.

En las canciones de las trobairitz se ponía de manifiesto un amor apasionado, sensual y casi erótico. Había claras alusiones al deseo carnal y a la búsqueda de su satisfacción. Si ahondamos en esos poemas encontraremos una pasión diversa, donde hetero y homoerotismo confluyen sin dificultad.

- Trovadoras imprescindibles.

Una de estas trovadoras fue la condesa Beatríz de Día. De ella se sabe muy poco, aunque en una pequeña biografía se lee que fue esposa de Guilhen de Petieu; también se sabe que se enamoró de Raimbault d´Arenga, a quien le compuso numerosas obras. En su poesía se plasma de forma directa el deseo de ser “poseída por su amante”. Además, hay referencias explícitas a las relaciones sexuales que mantenía con él y también anhelos de aquello que desearía que “se hicieran”. Lo llamativo es además que se presenta a sí misma no solo como la receptora del amor sino también como quien lleva la iniciativa en la relación.

María de Ventardorn es otra trovadora que plasma el deseo de igualdad entre hombres y mujeres en las relaciones amorosas, y deja entrever un dejo de homoerotismo en sus palabras. Rompe así no solo con el tópico literario de superioridad del hombre sobre la mujer, sino con la inferioridad tan presente en la vida: deja en evidencia que los deseos de ella cuentan y que, no siempre van dirigidos a congraciar a un hombre, necesita de otra mujer para hacerlo.

Pero seguramente las tres trovadoras más maravillosas de esa época fueron Alais, Iselda y Carenza quienes rompen con todo lo estipulado: casi no hay presencia de la figura masculina en la poesía de estas autoras, parecen un verdadero manifiesto de las mujeres al poder. Incluso en su versos ponen de manifiesto que rechazan la maternidad, argumentando que en ese rechazo reside la conciencia de la propia valía de la mujer, separándola rotundamente de la procreación.

Hablar de María de Francia y sus Lais es necesario si queremos reivindicar el papel de la mujer poeta de la Edad Media. De ella tampoco se sabe demasiado, pero ha pasado a la historia por sus Lais que son doce narraciones breves escritas en verso, que se consideran claves de la tradición bretona.

Se cree que era una mujer de origen noble que vivió en la corte de Inglaterra. Sus Lais son sumamente reveladores porque tratan temas amorosos en un contexto de magia y fantasía. Además presentan ciertas características subversivas, porque la mujer aparece como un ser dotada de igual libertad que el sexo opuesto y son las que dan el primer paso para que una relación cobre esencia.

María de Francia defiende el amor libre y verdadero, y se opone, como era de esperarse, a los matrimonios concertados o supeditados a intereses económicos o sociales: dice que este tipo de historias consisten en el más aborrecible destino que pueda tener alguien.

Por último, de la época medieval también podemos citar a Cristina de Pizán, también francesa. Hija de un médico que trabajó para la corte del rey Carlos V, tuvo una infancia fabulosa, rodeada de un entorno cultural e intelectual envidiable para cualquier mujer.

Su padre la introdujo en la lectura de los autores clásicos y le infundió amor y pasión por las letras y las ciencias. Cuando tenía 15 años se casó con un hombre cercano al rey de quien se cree que estuvo muy enamorada (sus escritos dan fe de ello). Entre sus obras se conservan numerosos tratados de moral, política e historia y cientos de poemas y canciones. Se sabe que a partir de los 25 años, tras la trágica muerte de su esposo y de su padre, tuvo que sacar adelante a su madre y a sus tres hijos y lo hizo manteniéndose con la escritura. Algo que podría resultar novedoso y heroico, incluso en nuestros días.

(Tes Nehuén, Poemas del Alma)

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