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'Los nombres muertos' (Jesús Cañadas), 'El resucitador', 'El caso de Charles Dexter Ward', 'La sombra fuera del tiempo' (H. P. Lovecraft). El horror del gran H. P. Lovecraft vuelve a las librerías




 
El maestro de la literatura de terror regresa con nuevas traducciones de cuatro de sus piezas más celebradas

Muchas gente sabe que H. P. Lovecraft (1890-1937) es uno de los mejores escritores de narrativa de terror, a la que ha dado títulos populares como 'Los mitos de Cthulhu' y 'El horror de Dunwich'. Lo que pocos saben es que, además, inventó también el infierno, como bien nos recuerda el escritor congoleño Sony Labou Tansi en su novela 'La vida y media': "No busquemos más, lo hemos encontrado: el hombre ha sido creado para inventar el infierno". Claro que el infierno del que habla Tansi en su novela, recientemente publicada por Casa África, es el del despotismo de los autócratas africanos. El infierno de Lovecraft es el de los horrores que nos acechan en el umbral de la oscuridad.

Lovecraft es noticia estos días por partida cuádruple. Además de la novela de Jesús Cañadas, 'Los nombres muertos' (Fantascy), en la que el escritor de Providence es protagonista de una expedición, junto a Frank Belknap Long ('Los perros de Tíndalos') y Robert Erwin Howard ('Conan'), para encontrar el Necronomicón, libro maldito donde los haya, su nombre vuelve a mandar en las mesas de novedades, con la reedición de tres de sus obras más significativas: 'El resucitador' (Periférica), 'El caso de Charles Dexter Ward' (Acantilado) y 'La sombra fuera del tiempo' (Nevsky Propect), en nuevas traducciones de Juan Cárdenas, Miguel Temprano García y Jon Bilbao, respectivamente, que mejoran las ya existentes de muchos años. Libresco y siniestro para unos, iluminado y genial para otros, lo cierto es que Lovecraft está considerado en la actualidad un autor clave de la literatura de terror del siglo XX, el paradigma del escritor ermitaño casi desconocido (su fama es enteramente póstuma), un raro que ya es un clásico como Lord Dunsany, Arthur Machen, Bram Stoker o Edgar Allan Poe, a quien consideraba el maestro del relato de terror moderno: "Antes de Poe la mayor parte de escritores fantásticos habían trabajado a ciegas en gran medida, en entender la base psicológica del atractivo del terror, y estorbados por una mayor o menor conformidad con determinados convencionalismos sin sentido tales como el final feliz, la virtud recompensada y, en general, un vano didactismo moral. [...] Los espectros de Poe adquieren por eso una malignidad convincente que no poseía ninguno de sus predecesores, y establecieron un nuevo modelo de realismo en los anales de la literatura de terror".

Al igual que Poe, Lovecraft fue un escritor puro, hecho por su propia mano, no un diletante ni un profesional que anhelaba acertar con una novela y ganarse a un público mayoritario, sino alguien que sabía que la esencia misma de su ser era pura literatura y que sólo entregándose a ella su personalidad adquiriría consistencia y su vida, sentido. Como señala el escritor francés Michel Houellebecq en su ensayo 'Contra el mundo, contra la vida', Lovecraft: "Siempre quiso verse como un gentilhombre de provincias, que cultiva la literatura como una de las bellas artes, para su propio deleite y el de algunos amigos, sin preocuparse por los gustos del público, los temas de moda o cualquier cosa por el estilo. Un personaje semejante ya no tiene cabida en nuestras sociedades; él lo sabía, pero siempre se negó a tomarlo en consideración".

- Suceso real.

Si no supiera que 'El caso de Charles Dexter Ward' está basado en un suceso real ocurrido en Salem en 1692, o que Herbert West, el protagonista de 'El resucitador' (el título original inglés es 'Herbert West: Reanimator') es un trasunto del doctor Victor Frankenstein, el personaje creado por Mary Shelley en 1818, creería que ambos personajes están basados en su propia persona, sobre todo este último: "La esencia de la vida de Herbert West era la búsqueda que lo obligaba a descender a los oscuros y prohibidos ámbitos de lo desconocido". De sus pesquisas o expediciones al más allá Lovecraft no vuelve para traernos buenas noticias, sino que, como escribió en 1918: "En muchos casos la verdad puede provocar el suicidio, o al menos determinar una depresión casi suicida".

El horror de estas dos novelas ejemplares de la fantasmagoría lovecraftiana (al igual que 'En las montañas de la locura', de próxima publicación en Acantilado), se sitúa en el filo exacto entre la locura y la normalidad, apabullantemente próximas la una de la otra. Las mejores historias de Lovecraft nacen de las peores pesadillas, respaldadas por una brumosa y fértil imaginación, que en alguna ocasión le llevó al borde de la locura o, como escribió Houellebecq, a echar a perder su vida: "Lovecraft es un ejemplo para todos aquellos que quieren aprender a malograr su vida y, llegado el caso, a triunfar con su obra. Aunque esto último no está garantizado".

De lo que no cabe duda es que no estamos ante un escritor cualquiera. Tampoco ante un género cualquiera, aunque no siempre se sabe dar importancia a la literatura de terror. "Dice verdad quien dice sombra", son palabras de Paul Celan que tienen que tener en cuenta quienes se adentren en la lectura de 'El resucitador', 'El caso de Charles Dexter Ward' y 'La sombra fuera del tiempo', obras que poseen todavía otro interés: el estilo adjetivado de Lovecraft. Escribe con adjetivos y adverbios, no con nombres y verbos. Pasen y vean, y deléitense.

(Antonio Bordón, La Opinión de Málaga)

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