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Antoine de Saint-Exupéry. El último vuelo (Narcís Comadira)



La semana entrante, exactamente el día 31 de julio, hará setenta años que Antoine de Saint-Exupéry desapareció con su avión durante un vuelo de reconocimiento sobre Grenoble y Annecy. Esta era su misión. Pero este último vuelo está teñido por el misterio. Porque el avión cayó sobre el mar, en la zona de Marsella. Y nadie sabe qué hacía allí. Quizás, como la zona de Annecy estaba cubierta por la niebla, decidió hacer un reconocimiento sobre Marsella antes de volver a su base en Córcega. Nunca llegó. Se le dio por perdido. Se le dio la mención de "Muerte por Francia" en agosto de 1945. Los restos de su avión no se localizaron hasta 1998 y no se izaron hasta 2003. Y no fueron formalmente identificados hasta el año siguiente.

Cuando Saint-Ex, como le decían sus amigos, desapareció, tenía cuarenta y cuatro años. El mundo de la aviación había cambiado enormemente desde la aventura del correo postal de su juventud, desde 'Vuelo de noche', aquel espléndido libro. Y ya no era capaz de pilotar los modernos artilugios que llevaban como un juego aquellos 'xitxarel' -los de los años veinte-, criaturas de un mundo materialista que él no comprendía, o que comprendía demasiado. Por eso, cuando cayó, algunos de los que lo conocían pensaron en el suicidio. Sobre todo por una carta que el día antes de su último vuelo escribió a su amigo Pierre Dalloz en la que le decía: "Si je suis descendu, je ne regretterai absolument riendo. La termitière future m'epouvante. Te ya hais leur virtud de robots. Moi, j'étais fait pour être jardinero ". (Si caigo, no lamentaré absolutamente nada. El nido de termitas futuro me aterroriza. Y odio su virtud de robots. Yo estaba hecho para ser jardinero.) Sí, podría ser que se hubiera suicidado. Se había hecho mayor. No le gustaba el mundo tal como era. Pero hay un joven piloto alemán de la Luftwaffe, Horst Rippert, que explica que ese día, volviendo a su base, vio un P-38, el modelo de avión que pilotaba Saint-Ex, volando muy bajo hacia Marsella. Lo sigue. Lo tiene a tiro. Como es un avión de reconocimiento y no armado, comienza haciendo maniobras de intimidación. Como el P-38 no hace caso, le dispara en el ala. El avión cae al mar y se hunde. ¿Era el avión de Saint-Exupéry? Todo parece indicar que sí. El piloto alemán, años más tarde, explicó: "Cuando disparé a las alas de ese avión, el aparato se estrelló al mar. No saltó nadie. Espero que no fuera el avión de Saint-Exupéry. Cuando éramos jóvenes, todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Sabía describir admirablemente el cielo, los pensamientos y los sentimientos de los pilotos. Su obra suscitó la vocación de muchos de nosotros. Amaba el personaje. Si lo hubiera sabido, no habría disparado. No a un hombre como él ... "¿Podemos decir que aquel piloto alemán era un robot del futuro nido de termitas? Me temo que no. Las personas mayores encontramos que el mundo que viene es horroroso, que los jóvenes son un grupo de fantasmas. Pero no es del todo cierto. Y este piloto enemigo, que sufrió toda la vida pensando que quizás disparó al avión de Saint-Ex, es una prueba. Como también es una prueba de que, más allá de las patrias y las órdenes, hay una conciencia personal, y un agradecimiento por lo recibido, aunque sea de un enemigo. Son los milagros de la literatura.
En el último año de su vida, Saint-Exupéry escribió el libro que lo ha hecho famoso en todo el mundo: 'El principito'. Dicen que es el libro traducido a más lenguas, más de 270, y que se han vendido 145 millones de ejemplares. Un extraño cuento filosófico que hemos leído todos, las ilustraciones del cual, hechas por el mismo escritor, han llenado el imaginario de millones de niños y niñas de todo el mundo. Yo también lo leí, pero ya un poco más mayor. Y recuerdo que lo encontré un poco demasiado blando. A mí me gustaban mucho 'Vuelo nocturno' y 'Tierra de los hombres', que eran libros con un temple aventurero inolvidable. Pero algo debe de tener 'El principito' que haya llegado a tocar a tanta gente diversa de tantas culturas diferentes ... En todo caso, el éxito de este libro ha permitido a la Fundación Saint-Exupéry, que dirigen sus sobrinos, realizar una gran cantidad de obras humanitarias. Pero los derechos terminan el primero de enero de 2015. Menos en Francia, donde duran hasta 2035. ¿Saben cuánto dinero da 'El principito' cada año? Pues la cifra nada despreciable de unos cien millones de euros. Los sobrinos ya han declarado que continuarán su obra, aunque con menos dinero... ¡Pobre Saint-Ex, él que había sido hecho para ser jardinero!

(Ara)

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