NOTICIAS                              FORMACIÓN LITERARIA                              ARTÍCULOS                              LEER

La literatura del siglo XVIII. La prosa española del siglo XVIII. José Cadalso



Cadalso nació en Cádiz en 1741 y vivió en París, Madrid, Zaragoza y Salamanca, ciudad esta donde entabló relación con el fértil grupo ilustrado de la ciudad. Militar de profesión, murió durante un asalto a Gibraltar en 1782.

Como poeta, abundan en su obra las composiciones neoclásicas, anacreónticas, odas pastoriles, etc. Los modelos de la poesía de Cadalso son los clásicos grecolatinos y los poetas españoles del XVI, así como Quevedo y Góngora para sus poesías satíricas. Publicó estos poemas en 1773 con el título 'Ocios de mi juventud'. La importancia de Cadalso radica sobre todo en ser el impulsor del gusto poético rococó en los círculos literarios madrileños y en la influencia que ejerció sobre los jóvenes poetas del grupo salmantino y en particular sobre Meléndez Valdés.

Aunque escribió alguna pieza teatral, es en la prosa donde Cadalso alcanza sus mayores logros. Sus obras más importantes en este género son:

- 'Los eruditos a la violeta' (1772).

Una sátira de la educación superficial y de los individuos que aparentan tener vastos conocimientos cuando en realidad son unos ignorantes. Un ya desengañado Cadalso satiriza en esta obra todo un mundo social caracterizado por la frivolidad y la inanidad, el de los vanos eruditos que lo rodeaban, un nuevo tipo humano que surge en esta época de extensión de la cultura.

- 'Noches lúgubres' (compuesta probablemente en 1772).

Una obra dialogada, dividida en tres partes, en la que el protagonista, enloquecido por la muerte de su amada, intenta desenterrar su cadáver para morir junto a él pegándole fuego a su casa. En los parlamentos del protagonista se incluyen extensas reflexiones de carácter filosófico que muestran su natural delicado y sensible. Este tipo de obras con profusión de sepulcros, lóbrega ambientación nocturna y tono melancólico y desesperanzado era común en la literatura europea. Las quejas lastimeras, la sentimentalidad exacerbada, la autocomplacencia en el dolor, el uso de una prosa poética que busca crear un clima emotivo y la sensibilidad subjetiva marcan el tránsito del sentimentalismo neoclásico al primer Romanticismo.

- 'Cartas marruecas' (concluida hacia 1774).

Su obra cumbre, cuya redacción debió de comenzar Cadalso en 1768 y concluir hacia 1774. Circularon manuscritas hasta su publicación póstuma en 1789 en sucesivos números de un periódico madrileño. La primera edición en libro apareció en 1793.

La obra sigue un modelo epistolar típico de la época, a imitación de las 'Cartas persas' (1721) de Montesquieu, en el que se ofrece la visión crítica de un país con los ojos de un extranjero, cuya condición foránea le permite hacerlo de forma desapasionada. En la obra del escritor gaditano la innovación consiste en que las cartas se entrecruzan entre dos marroquíes (uno, Gazel, de visita en España y otro, su maestro Ben-Beley, en Marruecos) y un español, Nuño, lo que hace posible contrastar opiniones diversas sobre los asuntos que se tratan. Con ello, Cadalso intenta que las consideraciones de los protagonistas no sean siempre coincidentes, por lo que proporciona diferentes perspectivas sobre la realidad. Las 'Cartas marruecas' contienen, así, en su interior tres puntos de vista, tres narradores, tres personajes, tres historias personales y tres lectores.

La crítica se centra en tipos sociales y costumbres varias: la nobleza inútil y parasitaria, el excesivo número de religiosos, el menosprecio de la ciencia y del conocimiento, así como del comercio y de la industria, etc. Para mejorar la situación del país se proponen diversas reformas, que, a veces, recuerdan las de los arbitristas de siglos anteriores, aunque, en general, pueden encuadrarse dentro de los ideales ilustrados de su tiempo: tolerancia, moderación, justo medio, formación de buenos ciudadanos...

No obstante, también puede advertirse cierto sentimiento de fracaso, cierta actitud vital desazonada, que nos ponen en contacto con un escritor desengañado que no se corresponde exactamente con el prototipo ilustrado de intelectual racional y optimista:

"En esta variedad de puntos de vista y opiniones en las 'Cartas marruecas' consiste precisamente el interés y el sentido moderno de la obra. Cadalso tiene menos confianza en el método científico y la indagación de los hechos que otros hombres de su siglo. Mientras que Feijoo, Jovellanos y Leandro Fernández de Moratín creen que todos los problemas que plantean son capaces de solución, Cadalso es más escéptico y sus personajes reflejan sus dudas acerca de la posibilidad de saber cualquier cosa "a ciencia cierta" y su poca confianza en el progreso" (N. Glendinning y L. Dupuis).

Conviven en Cadalso los ideales ilustrados con cierta añoranza de un pasado glorioso que se sabe que no volverá. Ello hace que alternen en su obra los pasajes esperanzados, en los que puede comprobarse la confianza del escritor en el éxito de las reformas propuestas por los pensadores de su tiempo, y los momentos en que aparece la faz pesimista del intelectual decepcionado y escéptico, consciencia de las dificultades de esos intentos reformistas e incluso, en alguna ocasión, desilusionado con los seres humanos mismos, cuya naturaleza y condición no siempre confirman la idea dieciochesca de la bondad innata de los hombres. Esto sume a Cadalso en algunos momentos de su vida en una honda tristeza que proviene, como confiesa en una carta privada, de "dudas internas, pasiones de ánimo y otros achaques del espíritu, mil veces más penosos que los del cuerpo". Estamos, por tanto, ante

"un hombre turbado hasta lo más profundo de su ánimo por inquietudes de orden moral, político y cultural, que advierte, tal vez con mayor intensidad que otros contemporáneos suyos, la decadencia de una época a la que está ligado por educación e historia personal; que ve consumirse antiguos y básicos valores -como por ejemplo la cultura cristiana y tradicional- sin ser definitivamente reemplazados por otros; que es consciente de las aportaciones positivas de las nuevas filosofías, pero suficientemente escéptico para no creerlas resolutivas y que, finalmente, observa el mundo circundante, afectado ya por vastos cambios ideológicos y sociales y ya en fase prerrevolucionaria, a través de la lente de la moralidad y del raciocinio teñido de pesimismo, buscando por cualquier parte, como redivivo Diógenes, virtud, amistad, bondad, verdad". (M. Fabri, 'Don José Cadalso, relator de las 'Cartas marruecas'').

En cuanto al estilo de las 'Cartas marruecas', cabe decir que, si en la poesía Cadalso consolida ciertos procedimientos expresivos característicos de la lírica neoclásica, en la prosa es el ideal estilístico de la sobriedad y contención el que guía su pluma. Pretende con ello alejarse de la retórica barroca ("la poca economía en figura y frase de muchos autores del siglo pasado", dice expresamente en las 'Cartas marruecas') y afirmar la utilización de una lengua más llana y sencilla.

(Lengua Castellana y Literatura, 2º Bachillerato, edición de Julio Rodríguez Puértolas, coordinación y revisión de Literatura de Domingo Ynduráin Muñoz, proyecto y redacción de José Antonio Martínez Jiménez, Francisco Muñoz Marquina, Miguel Ángel Sarrión Mora; ed. Akal, Madrid 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario