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El nicaragüense Sergio Ramírez gana el Premio Carlos Fuentes: “Lo real maravilloso es puro presente”


Sergio Ramírez es narrador, ensayista, periodista y, sobre todo, nicaragüense. Nació en 1942 en el pequeño pueblito de Masatepe, cercano al volcán Masaya, donde la codicia de los conquistadores españoles en el siglo XVI hizo al fraile Blas del Castillo abalanzarse al fondo de un cráter al confundir los rescoldos de lava roja con oro. Quizás por eso, Ramírez es de esa estirpe de escritores que ha hecho de América Latina y de sus historias fabulosas la patria literaria de su obra, llámese ese espacio y sus espíritus lo real maravilloso, realismo mágico o como quiera uno llamarle.

No piensa que aquel descubrimiento hilvanado por Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Juan Rulfo sea simplemente leyenda y un glorioso pasado. Es presente, puro presente, y pone como ejemplo un suceso que en estos días tiene revolucionado a su país, “el canal por Nicaragua”. “Un chino de profesión herbolario aparece de la nada y anuncia que construirá un canal de 300 kilómetros de largo que cuesta 50.000 millones de dólares y partirá en dos Nicaragua. [El presidente Daniel] Ortega le da una concesión de un siglo de duración. Y todo el mundo lo cree. Todo el mundo cree que el canal nos hará ricos a todos y que viviremos sentados en sus orillas viendo pasar los barcos. ¿Para qué quieres imaginar nada?”.

Como se comprueba, Sergio Ramírez está en plena forma y eso que apenas ha salido el sol en Managua, donde se ha enterado de que ha resultado ganador del segundo Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, nacido con vocación de ser el Cervantes latinoamericano y dotado con 250.000 dólares (201.000 euros). El premio, bienal, se le otorga “por conjugar una literatura comprometida con una alta calidad literaria”. Auspiciado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue entregado por primera vez en 2012 a Mario Vargas Llosa. Junto al Nobel, integraron ahora el jurado los escritores Juan Goytisolo, quien lo presidió, Soledad Puértolas, Margo Glantz y Gonzalo Celorio.

“Para mí este premio es muy especial... Mira qué conjunción: lleva el nombre de Fuentes, su primer ganador fue Vargas Llosa, mi candidatura la propuso la Fundación García Márquez y me lo conceden en el centenario del nacimiento de Cortázar. Se han alineado los astros; se han alineado mis padres tutelares, los que me abrieron el camino de la escritura en mi adolescencia”. De Fuentes se declara deudor y casi su hijo literario. “Siempre admiré en él esa ambición ecuménica de tocar todos los temas y todos los registros, hacerse cargo de la literatura con afán totalizador y ver siempre en la historia una fuente de imaginación que nunca se agota”. “Desde su investidura de novelista, sabía que la historia debe estar sujeta a una revisión crítica incesante, no sólo exponerla, sino juzgarla”, indica.

Para el autor de Margarita, está linda la mar (Premio Alfaguara en 1998), “esa dimensión crítica la asumió Fuentes también como ciudadano”, y ello le honra. “Fue uno de los últimos intelectuales que asumió esta responsabilidad de nunca callarse, un verdadero intransigente. Un libro suyo como Contra Bush así lo demuestra. Hoy, frente a esa negra historia de Guerrero, con los estudiantes desaparecidos o incinerados en un basurero, ya habríamos escuchado su voz frente a la barbarie incesante”.

Igual que Fuentes fue profeta en su tierra y buceó en el pasado de su país, el epicentro de la obra de Ramírez es Nicaragua. Aunque la historia nicaragüense es “menos una epopeya y está más llena de fantoches, de traidores, de invasores extranjeros”. Es una rueda “que gira de manera previsible, porque ya sabemos que se detendrá, echará para atrás y volverá a empezar”, comenta. “Volveremos a ver a los mismos caudillos disfrazados de distinta manera según la época, pero esencialmente serán siempre los mismos, ambiciosos, mediocres, mentirosos, envueltos en la retórica, siempre repitiendo la palabra revolución y escupiéndola”. Su “universo narrativo” es diferente al de Fuentes: “Una historia de escasos relámpagos y heroísmo solitarios”.

Su compromiso político, como el de otros destacados poetas nicaragüenses —Ernesto Cardenal, Claribel Alegría, Gioconda Belli— acabó en desencanto. De dejarlo todo por la revolución y convertirse en vicepresidente de Nicaragua entre 1984 y 1990 como segundo de Daniel Ortega, Ramírez pasó a ser opositor y uno de sus críticos más destacados. Qué pasó lo resume con un viejo cuento que de pequeño escuchaba narrar a la cocinera de su casa en Masatepe. “Se llamaba El pájaro del dulce encanto, un bello pájaro de colorido plumaje que cuando alguien lograba agarrarlo se convertía en excremento. Eso es lo que pasó con el pájaro del dulce encanto de la revolución. Una decepción ética y un dolor que no cesa”. Y se pregunta Ramírez, autor de Adiós muchachos, testimonio de aquella decepción: “¿Qué podríamos hacer sino escribir lo que vivimos?”. A su juicio, Ortega “reencarnó una vez más en el caudillo que siempre existió” en Nicaragua, semejante al general José Santos Zelaya, cabeza de la revolución liberal de 1893, que “se envolvió siempre en una retórica revolucionaria y antimperialista, pero que pasó por encima de las instituciones y de las leyes que él había creado para quedarse en el poder”.

En la ciudad de León se desarrollan dos de sus novelas emblemáticas, Margarita, está linda la mar, que tiene como trasfondo el atentado contra Somoza en 1956, y Castigo divino. Es una ciudad especial para él, pues en la Universidad Nacional de León estudió Derecho y se hizo revolucionario, aunque ahora no le invitan por razones políticas. “Este año iba a dar un taller literario en la Universidad cuando las fuerzas de choque que vigilan la pureza revolucionaria en las aulas dirigieron una carta al rector amenazando con violencia si me permitían la entrada”, indica. Para él , el tiempo de la política y de tratar de transformar las cosas en Nicaragüa se conjuga en pasado. "Ese tiempo ya pasó. Para mí la causa del estado ruinoso en que se haya hoy Nicaragua, es que los jóvenes se han ausentado de la política como si huyeran de la peste. Y si los jóvenes no se hacen cargo, la ruina seguirá ahondándose. Son ellos los que deben asumir al país".

Prefiere hablar de literatura. Del actual panorama latinoamericano le interesa “la múltiple exploración de temas, la diversidad del lenguaje, la experimentación y el modo de enfocar los temas que nos cruzan: emigraciones forzadas hacia el sueño americano, carteles narcos, pandillas juveniles, la corrupción pública. Leo con mucha atención a los jóvenes y aprendo de ellos a no abandonar el sentido de la aventura en la escritura”.

- Obra esencial.

Cuentos (1963).

Tiempo de fulgor (1970).

El alba de oro (ensayos) (1983).

Castigo divino (1988).

Clave de sol (cuentos) (1992).

Oficios compartidos (ensayos) (1994).

Margarita, está linda la mar (1998).

Catalina y Catalina (cuentos) (2001).

Mil y una muertes (2005).

El reino animal (cuentos) (2007).

Lo que sabe el paladar. Diccionario de los alimentos de Nicaragua (2014).

(Mauricio Vicent, El País)

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