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'Vicente Ferrer. Rumbo a las estrellas, con dificultades' (Manuel Rivas). Manuel Rivas: "Los ricos intuyen estos días que el dinero está en los pobres"


El último libro del autor gallego, entre la biografía de Vicente Ferrer y el cuaderno de viajes (RBA), es "un desvío imprevisto" para llegar donde no esperaba. En mayo, le propusieron escribir sobre el trabajo de la fundación y a los diez días estaba en la India

"Un libro no cambia el mundo, pero sí puede empezar el cambio en una persona. Yo, por ejemplo, lo he vivido"

- Le advierto que no es el mejor momento para hacer apostolado de la cooperación en España, dado que responsables políticos de la Comunitat Valenciana como Rafael Blasco están en el banquillo de los juzgados [por desviar millones de euros destinados a la solidaridad].

- Es de las cosas que escandaliza más. Tiene un punto de perversidad utilizar la buena voluntad de la gente. Es también una metáfora de este tiempo: los ricos intuyen que el dinero está en los pobres -dicho con toda la ironía-, porque siempre van a necesitar hospitales, cementerios, agua... Las necesidades básicas de la gente son las nuevas líneas de negocio.


- Después de esta investigación y de la escritura del libro. ¿Se siente apóstol de Vicente Ferrer?

- No. Como en un poema o una novela, hice el libro realmente para mí. Vicente Ferrer es un médium para descubrir a los otros, empezando por los intocables, a los que él se atrevió a tocar. Pero no quise hacer una hagiografía o un libro de santo. Él no se veía así, más bien al contrario. El rasgo más interesante del carácter de Vicente Ferrer, y que le ayudó a superar contratiempos, es la ironía.

- ¿Qué ha descubierto de él tras todo este tiempo?

- El enfoque era como de un misionero épico, pero él está donde posa la esfera, porque hay momentos y lugares en que la esfera necesita apoyarse y ocurre algo especial y brotan los depósitos de esperanza. Descubres así a un adolescente que forma parte del POUM y es siempre un reloj adelantado.

- La verdad es que se conoce poco esa vida de Vicente Ferrer de refugiado y perdedor de guerra...

- Muy poco y ahí está la célula madre, porque estamos hablando de la gente con más utopía en ese periodo en que la esfera se posa en la revolución española. Su trayecto es una sucesión de revoluciones. Y en los 60, esa década de esperanza y provocación benéfica, Ferrer no es un ser aislado con una varita mátiga, sino que está imbricado en todos esos procesos: con la pedagogía de la liberación, con la idea de colocar a la mujer y el medio ambiente en el centro, porque la mujer realmente es la esclava de nuestro tiempo.

- A Vicente Ferrer le indignaba el conformismo. ¿Cree usted también que es el mal posmoderno?

- Sí. La indiferencia, y con su variante presuntamente estética del cinismo y de que la cultura sólo entretiene. Un libro no cambia el mundo, pero sí puede empezar el cambio de una persona. Yo lo he vivido.

- ¿Con un libro en concreto?

- Con uno y otro y otro. El mundo no es el mismo después del 'Gernika', después de las fotos de Walker Evans, después de 'Las uvas de la ira'. Me es especialmente repugnante el conformismo del que sabe y su silencio.

- Dice que le preocupan los países que no huelen. ¿España huele?

- [Ríe]. Me encanta el olor del estiércol, pero no me gusta el olor de la corrupción. El primero va unido al olor de la tierra, con la corrupción la basura huele a porquería.

(Alfons García, La Opinión de Málaga)

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