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Volver a empezar (Pilar Miranda Morente)

Mi nombre es Raquel y llevo dos semanas sin beber. Ahí me encontraba yo, en una sala repleta de personas desconocidas después de todo lo sucedido. ¿Cómo llegué allí? Pues todo empezó el día de mi graduación, por la noche, en la fiesta que hicimos en la casa de Katy.

- ¡Ey! Raquel, ¿por qué no te tomas algo? Dijo José, que ya estaba medio borracho.

- No, gracias, que después me sienta mal. Dije sin mucho entusiasmo.

Al final, José me convenció de que tomara una y saliera a bailar, después me tome otra y otra, y lo último que recuerdo es a José dándome otra cerveza. Me desperté en mi casa, en mi cama con la ropa del día anterior y un dolor de cabeza impresionante.

Me levanté sin muchas ganas y me fui a la cocina a por algo de desayuno. Allí estaba mi madre, la notaba algo rara, cansada y ocultándome algo, pero no tenía fuerzas para preguntarle qué le pasaba. Al final desayuné, ya que lo que comía lo terminaba echando.

A la semana siguiente recibí una invitación a otra fiesta que se celebraba a causa de la graduación. Asistí a la fiesta donde empecé a tomar unas pocas copas, que al final acabaron siendo una botella entera. Al día siguiente me pasó como la anterior. Amanecí con la misma ropa y el dolor de cabeza aún mayor. Mi madre seguía dormida.

Desde que mi padre nos dejó la había notado muy rara, pero pensaba que era por ese motivo. Era verano y no tenía otra cosa que hacer que estudiar Selectividad, pero esos últimos días no sabía lo que me había pasado. Sólo tenía ganas de divertirme, ir de botellón y beber. Las dos últimas semanas había ido a seis fiestas y cada vez volvía con más resaca, pero, además cada vez quería más. De lo que llevaba de verano sólo había estudiado tres días, y sabía que así no iba a aprobar, pero las ganas que tenía de ir de fiesta, eran más que las ganas de estudiar.

Quedaban dos semanas de vacaciones y lo único que había hecho en las otras semanas era ir de “marcha” con mis amigas. No sabía lo que me pasaba. El cuerpo me pedía más y más, y yo se lo daba. Ya no veía a mi madre porque en los momentos en los que estaba en casa –que eran pocos– ella estaba trabajando.

Que yo recuerde este verano, sólo estudié cuatro veces y fue porque me dijo mi madre que me pusiera, ya que de lo contrario se me iba a acumular todo.

Y en aquella aula me encontraba ya, un poco mareada y como si estuviera pegada a la silla. No recordaba nada de lo que se suponía que había estudiado, así que rellené lo que más o menos sabía y lo demás lo dejé en blanco, esa semana previa a las notas me fui de fiesta tres veces. Respecto a mi madre, cada día la encontraba peor. Nosotras no hablábamos mucho antes pero ese verano empeoró. Sentía que me había distanciado totalmente de ella.

El día que los padres acudían a recoger las notas, mi madre llegó a casa hecha una fiera y me dijo todo lo que yo esperaba oír.

- ¡Has suspendido! Dijo mamá con todas las fuerzas que el quedaban.

- Mamá... yo... es que... Tartamudeé.

- ¡Es que nada! ¡Este verano lo único que has hecho es malgastar el tiempo y el dinero en alcohol! ¿Es que no lo ves? ¡Tienes que salir de ese agujero! Ése fue el último momento en el que yo hablé con mi madre. Me fui a vivir a casa de Katy, y lo único que hacía era beber y beber.

Al cabo de unos meses me llegó una carta de un hospital. Entonces entendí todo. Mi madre había estado enferma todo ese tiempo y yo no me había dado cuenta. Pensé que me informaban de que mi madre se encontraba ahí. Pero no y en cuanto leí esa carta, me cambió la vida. Mi madre había fallecido a causa de una terrible enfermedad y no le pude decir cuánto la quería, lo último que le había dicho era que no quería volver a verla y que me dejara en paz. Entonces me di cuenta de que tenía que salir de ahí, de ese mundo en el que me había metido y que tenía que vivir la vida tal y como yo quería.

Me fui a un centro de menores, ya que todavía no tenía los 18 años, y decidí ingresar en un centro de alcohólicos anónimos y 2 meses después de la muerte de mi madre. Al final, al cabo de los años conseguí licenciarme en Medicina. Ahora soy Pediatra y también he ayudado a salir del alcoholismo a otros jóvenes, para que no hicieran lo mismo que yo. Porque la vida me ha enseñado que no hay segundas oportunidades y que la primera hay que aprovecharla.

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