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Invocación de Artemisia (Marcel Benet Salgado)

(La Jornada Semanal)
Marcel Benet Salgado
(La Habana, 22 de mayo de 1987)
Bachiller en Ciencias y Letras.
Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso

Terrible mujer del busto brillante
¿Has dado ya las gracias al Tassi?
¿Qué sería de ti sin su miembro en tu mano?
¿Qué sería de ti sin los sacerdotes que vengaron en tus dedos la
afrenta de tu sexo?
¿Terminas nunca de aserrar la cabeza a Holofernes?
Yo te amo
Porque tú,
además, nos odiabas
Yo envidio al Tassi que supo perder parte de su carne en tus manos
Y dejarte preñada de hambre
¡No haber sido él y ser ya polvo muerto hace siglos!
y deber el recuerdo de mi nombre
sólo a haberte violado
no haber sido yo quien te embarazara de Odio, de Arte, de Vida
Me arrepiento más de no ser él que de haberlo sido en otra vida

Yo te amo Artemisia, virgen maldita que Venus maldijo
Que has muerto virgen
Dime si la peste te atrapó en Nápoles como atrapará a todos los que no se
arrojen al fuego impío,
Al casto fuego, al higiénico fuego.
Pero ambos sabemos que el fuego de los muertos es infecundo.
Sólo el fuego de los vivos importa,
Solo los Vivos engendran fuego.
Quién es la sombra oscura que se copió en tu vientre la segunda vez
El audaz que amaste y que su nombre no recogen
El único hombre digno de envidia
Que tus manos dibujaron en la negrura del cuarto
Mientras él dormía en contubernio con los peces
Y sus respiraciones eran el efluvio de la laguna
¿tenía quizá una barba negra, largos cabellos oscuros?
Cómo era en el amor, sobre la laguna?
Cómo podía ser contigo ese revoltijo de piel morena y pelos ásperos?
Cómo pudo no dejarse domar por tu terrible luz, por tus sienes, por la
suave piel detrás de tus orejas?
Cómo no ganarse tu desprecio,
Mujer?
Yo guardo un puñal de antaño que he de clavar en su memoriado vientre
Yo he de hacer gotear su sangre negra en la laguna
A la vista de los leones dorados
Sus ojos de pescado me mirarán la breve sonrisa y juro
Que esa será su última vista
Cortaré su cabeza y la llevaré en un cesto
Bajo tu ventana,
Llorarás, como una pescadera cualquiera,
Gritarás, te arrancarás los cabellos
Me odiarás, sentirás pasión por mí
Nunca jamás podrás olvidarme
Amarás más que nunca al salvaje mono que yo he matado:
De esa forma imposible
Yo te poseeré,
Amor mío, terrible mujer mía
Artemisia
Artemisia, amor mío, esta noche, cuando el ron me turbe el semblante
Y yo sienta en la mano mi sexo
Cuando me enardezca la sangre caliente y la violencia retorne a mis
huesos
(Lejos ya el tiempo de la muerte de aquel mono
Lejos de Venecia
Lejos incluso de la terrible iSal que habitamos
Con bonitas grietas en el patio en donde se urden historias de salamancas
Tokonomas por los que gotea la eternidad de la iSal)
Y los espejos de humo me oculten el tiempo,
Tú…
¿te presentarás, vendrás de seda roja?
Yo te invoco,
Ven a decapitarme.

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