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Nueva York en poeta: el rastro de Estados Unidos en Lorca

(Eduardo Suárez - El Mundo)
La legendaria Biblioteca Pública de la Calle 42 reconstruye los nueve meses que el poeta granadino vivió en Manhattan

Federico García Lorca no se fiaba de los censores españoles. Por eso el escritor les confió a sus padres en una de sus cartas que le gustaría publicar primero en Estados Unidos los versos que luego incluiría en Poeta en Nueva York.

Al volver a España, Lorca aparcó el proyecto deslumbrado por su éxito en el teatro y sólo lo retomó en los prolegómenos de la Guerra Civil. Su editor, José Bergamín, se lo llevó al exilio e intentó publicarlo en París con la ayuda del poeta Paul Eluard. Pero el libro no apareció hasta 1940 en una doble edición en México y en Nueva York.

El manuscrito de Lorca (recién lanzado por Galaxia Gutenberg en su «edición definitiva») se esfumó durante décadas y apareció en 1999 en poder de una actriz mexicana que lo recibió de una viuda amiga del poeta. La fundación que vela por el legado del escritor lo adquirió hace 10 años en una subasta y ahora se expone por primera vez en la Biblioteca Pública de Nueva York. «Tiene sentido porque salió de aquí. Es un libro que ha tenido una especial influencia en este país y en muchos otros lugares», decía este viernes Laura García Lorca, sobrina del poeta y presidenta de su fundación.

La exposición lleva el título evocador de Back tomorrow y sus responsables son los académicos Christopher Maurer y Andrés Soria Olmedo, que han reunido un puñado de objetos relevantes en una sala pequeña del hermoso edificio junto a Bryant Park. Están los dibujos de Federico y algunas de las imágenes que dan fe de su estancia en la ciudad. También un pasaporte emitido el 5 de junio de 1929 en cuya foto posa serio y con una pajarita de lunares.

Lorca pasó nueve meses en Nueva York. Llegó con la promesa de estudiar inglés pero apenas aprendió. Su mentor Fernando de los Ríos le ayudó a encontrar alojamiento en dos residencias de la Universidad de Columbia y le introdujo en el círculo de profesores españoles como Dámaso Alonso o Ángel del Río. Pero Lorca prefería la calle a la academia y enseguida quedó deslumbrado por la energía de la ciudad.

La exposición incluye muchos retales de su vida neoyorquina. La libreta que le regaló el artista mexicano Emilio Amero y en la que Lorca escribió el guión surrealista de Viaje a la Luna. La cartilla bancaria en la que recibía una asignación de 100 dólares de sus padres. La foto con su amiga mexicana María Antonieta Rivas, que dos años después se pegaría un tiro en el pecho con apenas 31 años en el primer banco de la catedral de Notre Dame...

Lorca llegó a Nueva York atormentado por su ruptura amorosa con Emilio Aladrén y deprimido por las críticas de Luis Buñuel y Salvador Dalí, que despreciaron su Romancero gitano como un libro entregado a la tradición. Entonces, los artistas y los escritores peregrinaban a París. Pero el poeta optó por viajar a Manhattan y aquello dejó huella en su obra. «Lorca escribió que París le parecía una ciudad podrida si la comparaba con Nueva York. Aquí descubrió a los negros y a sus espirituales y se encontró con otras religiones. También conoció los rascacielos y las grandes multitudes. Le fascinaron todas esas cosas que vio por primera vez», explica Christopher Maurer, hispanista reputado y comisario de la exposición.

Aquí se puede ver la guitarra de Lorca y releer la entrevista que le hizo la revista Alhambra, que por entonces dirigía el español Ángel Flores y cuya sede estaba precisamente junto a esta biblioteca pública de Nueva York. También los dibujos surrealistas del poeta y el impacto que tuvo en él la escena neoyorquina, que le llevó a interesarse por el teatro chino y a ir a las funciones de Broadway sin saber inglés.

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