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Benjamín Prado arremete contra la España del pelotazo

(Matías Néspolo - El Mundo)

Novela. 'Ajuste de cuentas'




Cuando Benjamín Prado publicó en 2006 Mala gente que camina tuvo la ligereza, o la bravuconada, de amenazar con 10 novelas protagonizadas por Juan Urbano, ese profesor de literatura de instituto, metido de carambola a sabueso de novela negra, para hurgar en los males de la historia reciente. Ahora en broma se arrepiente del reto, pero se ve que lo disfruta y no va mal encaminado, porque con Ajuste de cuentas, ya publica la tercera de la serie Urbano, junto con Qué escondes en la mano (ambos en Alfaguara), un delgado volumen de siete relatos, que son aquellos que el bloqueado profesor sueña escribir en la novela y no puede, y por eso Prado los escribe en su descargo.

«Urbano era muy cínico, se refugiaba en la ironía diciendo cosas brillantes para ocultar su propia oscuridad. Ahora está vapuleado por la crisis, como todos los españoles, en una situación mucho más frágil y accesible a las tentaciones», explica el ensayista, poeta y narrador madrileño. Y vaya si lo pasa mal el protagonista de Ajuste de cuentas, lo han echado de la radio y del periódico donde colaboraba y la única oferta laboral que recibe lo subsume en un dilema. Le proponen escribir la biografía novelada de Martín Duque, magnate del tocho y presidente de la cuarta entidad financiera, enriquecido a velocidad récord en los tiempos de la burbuja, que acaba de salir de prisión y pretende limpiar su nombre.

La investigación que emprende Urbano le revelará los entresijos de la España del pelotazo a través de la figura del exitoso empresario, pero no le pagan por contar la verdad. De allí que su dilema ético tenga mucho de pacto fáustico.

«Alguna vez como escritor me han ofrecido dinero por escribir algo así, pero estoy orgulloso de haber dicho siempre que no», revela Prado.

Uno de los blancos contra los que dispara en su novela es el periodismo. «Si la política debería ser el arte de hacer que la gente viva mejor; el periodismo, debería ser el de contar la verdad», dice. Y como «los medios se han dejado secuestrar por el dinero», ponen en circulación «discursos que pueden ser de mentira, pero detrás está el sufrimiento de la gente que es de verdad», fustiga. «Hay cosas que no tienen por qué ser rentables ni deberían ser un negocio», añade emparentando el derecho a la información con la sanidad pública. «Hoy el diablo cotiza en Bolsa», dispara.

Prado no oculta que para construir a su villano Martín Duque se inspiró en personajes como Mario Conde, Roldán o Jesús Gil «Quería representar a esa gente que desde finales de los 80 comenzó a cavar esta tumba con palas de oro y nos inocularon a todos el veneno de que ese era el modelo a seguir, porque teníamos mucha prisa por ser alemanes», arremete.

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