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Arturo Pérez-Reverte va a enfriar su relación con Twitter




El escritor Arturo Pérez-Reverte, que tiene 800.000 seguidores en Twitter, va a "enfriar" su relación con esta red social y dejará de usarla de forma tan asidua, porque tiene un "lado peligroso" que le desagrada.

En una entrevista en Efe Radio para el programa literario "Entre comillas", que conduce Marta Robles, el exrreportero explica que no va a dejar de tuitear del todo, pero que se propone "enfriar relaciones con Twitter".

Entre otros motivos, porque le dedica varias horas semanales que prefiere emplear en otras tareas y porque se le da "demasiada importancia" a lo vertido en internet cuando a veces son "comentarios de barra de bar" que no le gusta ver como titulares a modo de "tormentas tuiteras".

Pérez-Reverte se plantea hasta qué punto le merece la pena "discutir con alguien que no ha leído lo que estás diciendo, que se está guiando por algo retuiteado y fuera de contexto" o con quienes rebosan "osadía" sin saber de qué hablan y "crean polémicas absolutamente artificiales".

Al escritor cartagenero de 62 años no le gusta tampoco que en internet se igualen las opiniones de "cualquier descerebrado, animal, majara o talibán" con las de un premio nobel.

"Ese igualitarismo de la red, que es bueno pero también es malo, impide discernir el mensaje interesante de lo que es pura basura 'internetera'", dice Pérez-Reverte, que lamenta que así se lastime "la garantía de la autoridad".

Si va a abandonar parcialmente Twitter "no es por resentimiento", puesto que en los últimos tres años lo ha "visto con interés", se ha "movido con soltura", le ha ido "muy bien" y ha conseguido "un montón de seguidores", más de 799.400 en estos momentos.

No obstante, tiene "un lado peligroso" por esa "falta de discriminación del mensaje que está creando estragos" y, por tanto, no se quedará "al margen del todo", pero sí será "más prudente en cuanto al uso abundante", para hacerlo "un poco más restringido y cuidado".

Pérez-Reverte opina que internet es un mal filtro para pulsar la opinión de la calle y que solo es una herramienta útil para quien acude con preparación cultural previa.

También le fastidia que circulen artículos con su firma y sea difícil combatir esas suplantaciones.

El escritor expone que todos ahora leemos menos literatura por estar al tanto de internet, incluso un "lector pertinaz, contumaz y empedernido", como él se confiesa, ha cambiado la rutina de leer hora y media antes de dormir.

En su última novela, "El francotirador paciente", eligió una lesbiana como punto de vista narrativo porque hay relatos a los que "no puedes llegar con un personaje masculino" y "lo necesitaba femenino, pero no del todo".

En esa novela reivindica el valor de la venganza privada si el Estado no cubre "la cuota de venganza que el ser humano necesita".

Para documentarse convivió con una treintena de grafiteros de Portugal, España e Italia y comprobó que la gran mayoría de ellos no ve al grafiti como un arte.

Sus veintiún años como reportero de guerra admite que le llevaron a un "pesimismo lúcido", como a sus compañeros de "la tribu".

En ese sentido, Pérez-Reverte considera que "el imperio de occidente está en los estertores de un final de época" y que Europa durante más de medio siglo "había olvidado el hambre y la guerra, vivía en un capullito de seda ajena a la realidad" y ahora ve "el horror de un mundo hostil que ha vuelto de nuevo".

Ya prepara una siguiente novela porque nunca descansa más que unas semanas entre una y otra, pues cree que el oficio de escritor tiene "de arte muy poco" y se basa en trabajo, estructura, cálculo y disciplina.

"Sin ocho horas diarias como el que va a la oficina, el talento no valdría para nada", opina Pérez-Reverte.

(EFE, Terra Noticias)

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