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'Narciso en el acorde último de las flautas' (Leopoldo María Panero). El 'trashmetal' de un hombre en el infierno




En los años despeinados de la adolescencia cae en tus manos un libro como 'Narciso', de Leopoldo María Panero, y todo empieza a complicarse. En esos días lo extremo tiene una vitola exagerada, una atracción irrefrenable que va muy bien con cierta necesidad de impostura. La primera lectura de los poemas de 'Narciso en el acorde último de las flautas' (título completo del libro, publicado por Visor en 1979 y tomado de un verso del poeta expresionista alemán Georg Trakl) supone, siempre, un tifón. Desde aquel hallazgo, va ya para 25 años, no he dejado de asomarme puntualmente, sin saber muy bien qué voy buscando. Eso es lo extraordinario.

Muerto el poeta quedan los versos. Y este conjunto supone uno de los 'ochomil' de la poesía española de la Generación del 68. Allí donde Panero asentó, de modo radical, ese viaje intransferible entre la destrucción y la indagación psíquica. Aquí una muestra: "Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando / que espera también esta mañana, esta tarde como siempre / festejar con los otros, los invisibles, los lejanos / algún día por fin su cumpleaños". Y otro más, para el luto: "Se diría que has muerto y eres alguien por fin". No busquen por ahí ferocidades de saldo: aquí está la voz radical de un hombre radical. Es la imagen más exacta del malditismo conjurada en la literatura.

Ante ciertos libros, más allá del entusiasmo, está el asombro. En éste encontrarán a un inquilino de tinieblas, a un testigo de su propia caída. Alguien incapaz de confirmarse en la realidad. Un hombre sabiéndose irreal cuando aún se siente cierto. Una lectura que tiene algo de fascinante ceremonia y de deslumbramiento irremediable.

(Antonio Lucas, El Mundo)

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