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Una oleada de textos revive "la guerra que iba a acabar con todas las guerras"




Soldados franceses uniformados con guerrera azul y pantalón rojo; alemanes tocados con un casco rematado por un pincho; unidades de caballería, como ulanos y dragones, armados con sable y lanza. Así era Europa el 1 de agosto de 1914, cuando estalla la I Guerra Mundial.

Esta contienda, que se prolongó hasta las "11 horas del día 11 del mes 11 de 1918" y de la que el entonces presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, dijo que sería "la guerra que acabará con todas las guerras", vuelve a la memoria por medio de una catarata de libros que han aparecido en las últimas semanas, al cumplirse el centenario de su estallido.

El denominador común de estas obras es la sensación de sorpresa y estupor que la opinión pública europea de 1914 sintió cuando, a partir de agosto de ese año, percibió que terminaba un mundo, una forma de vivir conocida como "Belle Époque".

De repente, todo eso estalla y se viene abajo. Y con un "casus belli" en principio bastante remoto, el asesinato de Sarajevo, donde el 28 de junio de 1914 el extremista serbio Gravilo Princip acaba con la vida del heredero del trono imperial de Austria-Hungría, el archiduque Francisco Fernando, y su esposa, la archiduquesa Sofía.

En "1914, el año de la catástrofe" (Crítica), el historiador y periodista británico Max Hastings señala que el asesinato de Sarajevo "tuvo un efecto sobre la historia del mundo similar al que podría tener una avispa al picar a un enfermo crónico que, de resultas de ello, enloqueciese y, abandonando el lecho, consagrase sus últimos días a destruir el avispero".

En su monumental obra "La crisis mundial, 1911-1918" (reeditada ahora por Debolsillo) sir Winston Churchill nos cuenta de primera mano cómo fueron aquellos años, en los que él desempeñó un papel clave como primer Lord del Almirantazgo y ministro de Armamento del Gobierno británico.

"En los tiempos de la reina Victoria era costumbre de los estadistas confiar en las glorias del Imperio británico y congratularse de la providencia protectora (...). No sabían que aún tenían que ser afrontados los mayores peligros y ganadas las más grandes victorias". Una frase que, en el estilo tan ampuloso como contundente de Churchill, resulta esclarecedora.

Pese a que muchos historiadores se han centrado en 1914 como el año clave de la guerra por lo que tiene de momento catártico, de comienzo del fin de una época, otros, como el británico David Stevenson han decidido analizar los cuatro años del conflicto en su obra "1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial" (Debate), un texto en el que en sus casi 900 páginas describe, explica y comenta muchas de sus causas ocultas.

Algunas de esas causas también se pueden encontrar en la obra "Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914" (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), del catedrático de la Universidad británica de Cambridge Christopher Clark.

Con el estilo dinámico y vivaz característico de la gran mayoría de los historiadores británicos, Clark describe con testimonios de primera mano y un gran despliegue de documentos, la sensación de confusión que se percibe en Europa a partir del 28 de junio de 1914.

Interesantes, por lo que tienen de vivencia personal, son los testimonios de dos autores españoles, Vicente Blasco Ibáñez y el periodista Gaziel, pseudónimo de Agustí Calvet.

En "Crónica de la guerra europea, 1914-1918" (La esfera de los libros) Blasco Ibáñez narra sus experiencias de un conflicto cuyo estallido le sorprende en París y en el que toma abiertamente partido por los aliados frente al militarismo de los Imperios Centrales.

La obra de Blasco, quizá el primer gran escritor de masas de la historia de la literatura española, narra con todo detalle una guerra que se desarrolla tanto a pocos kilómetros de París, donde en el verano de 1914 se libra la batalla del Marne, como en las lejanas y por entonces muy exóticas tierras balcánicas.

Gaziel, por su parte, nos cuenta en "Diario de un estudiante. París, 1914" (Diéresis) el impacto que le produjo a él, un joven estudiante de Filosofía en París, la noticia de que Francia se encontraba de repente en guerra con Alemania. Y lo hace en forma de diario íntimo, lleno de sugerentes acotaciones.

En "En las trincheras" (Diéresis) se compilan las crónicas que Gaziel publicó en el diario barcelonés "La Vanguardia" y por las que se le puede considerar uno de los primeros corresponsales de guerra españoles.

En ellas, de manera sencilla, directa y estremecida relata cómo de pronto un día los soldados franceses marcharon al frente. Todos pensaban que por poco tiempo. Nadie podía imaginar aquel agosto de 1914 que la guerra duraría cuatro largos años.

(EFE, Terra Noticias)

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