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La literatura del siglo XVIII. Pensamiento y cultura en el siglo XVIII: la Ilustración



Enciclopedia de Diderot y D'Alembert.- "Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios". Conjunto de 17 volúmenes editados en París, Francia, entre 1751 y 1772, por Denis Diderot y Jean Le Rond D' Alembert, con el objetivo genérico de difundir las ideas de la Ilustración francesa. De hecho la filosofía que difunde se identifica con el afán de crítica, o de aplicar la «luz» de la razón, a todos los campos del saber, en especial a aquellos en que se pone de manifiesto de forma más directa la concepción político-social y religiosa de la época
Recibe el nombre de Ilustración el movimiento cultural que renueva profundamente el pensamiento a lo largo del siglo XVIII o 'Siglo de las Luces'. Como principio ilustrado general, es básico el cuestionamiento del criterio de autoridad y, por tanto, el desarrollo del método inductivo, de la observación y de la experimentación. Ello llevará a desligar ciencia y teología y a criticar numerosos postulados religiosos. La Ilustración se define, pues, por el deseo de saber. De este modo, rasgos típicamente ilustrados son:

- El racionalismo.

El fundamento del conocimiento se encuentra en la razón y no en instancias superiores como Dios, la tradición, las costumbres o la autoridad de los escritores de la Antigüedad. La fundamentación racional del saber favorece lógicamente el desarrollo científico y técnico.

- El utilitarismo.

Los avances científico-técnicos, el ansia de saber y las reformas sociales deben tener como guía el ser beneficiosos para la comunidad. Frente a las concepciones religiosas y metafísicas de tiempos anteriores, se impone ahora una concepción materialista y burguesa del mundo para la cual lo importante es aquello que es práctico. Ello implica también un cambio de los valores morales: la virtud se relaciona ahora con la utilidad, por lo que un hombre es tanto más virtuoso cuanto más útil resulta a sus conciudadanos.

- El progreso.

El dominio de la naturaleza hace dueño de su futuro al hombre, que puede progresar indefinidamente. Se trata de una nueva utopía que permite albertar la esperanza de una mejora constante de las condiciones de vida, tanto materiales como espirituales, y que, por tanto, ha de hacer posible la felicidad en la Tierra, sin necesidad de posponerla a paraísos religiosos que llegarían después de la muerte.

- Lo natural.

La razón se aplica también a esferas del conocimiento no estrictamente materiales como la filosofía, el derecho, la moral o la religión. En estos campos, se abandona la idea de que existen verdades absolutas o reveladas y se insiste en el concepto de que algo es más humano cuanto más conforme está con su naturaleza. De modo que, frente al derecho de inspiración divina, se defienden ideas jurídias basadas en el derecho natural; frente a las normas morales predicadas por las diversas religiones se proponen criterios éticos derivados de una moral natural y frente a las disquisiciones teológicas escolásticas que han dominado la especulación filosófica durante siglos se extiende ahora la filosofía de la naturaleza. En el terreno religioso, es frecuente el deísmo (creencia en un ser superior que no responde a la imagen de ninguna de las religiones concretas, a las cuales se niega) o el ateísmo.

- El reformismo.

Los ilustrados aspiran a que sus ideales tengan una concreción práctica en la realidad, por lo que proponen reformas sociales, económicas y políticas que los hagan posibles. En este sentido, ideología ilustrada y despotismo ilustrado son inseparables, puesto que este es la formulación política de aquella.

Estas ideas aparecen reiteradamente en los textos dieciochescos, en los que se atestigua una renovación del vocabulario que da prueba de la extensión de los valores ilustrados. Se hacen ahora corrientes palabras como 'luces, 'ilustración', 'felicidad', 'prosperidad', 'bienestar', 'libertad', 'sociedad', 'cultura', 'civilización', 'urbanidad', 'educación', 'crítica', 'novedad', 'progreso', 'moderno', 'moda', etc. Todos estos vocablos son característicos de los pensadores ilustrados, de 'los filósofos', quienes tienen la intención de liberar al espíritu humano del peso de la superstición que lo oscurece y de guiarlo hacia las luces de la razón. Hacia 1760 la filosofía de las luces se ha convertido en una verdadera creencia entre la minoría ilustrada, que se plasma en la publicación en Francia de los volúmenes de la 'Enciclopedia' (1751-1772), que, en forma de diccionario, pretende ser el compendio del saber de la época y en la que colaboraron muchos de los pensadores más relevantes del momento. Los principios ilustrados empiezan a tener una repercusión directa en la vida social con la propagación de ideas como la eliminación de la esclavitud, de la servidumbre y de la tortura, la condena de la guerra, la tolerancia religiosa, la libertad económica, la suspensión de los privilegios de nacimiento en nombre de la igualdad de derechos, la extensión de la enseñanza, etcétera.

En el campo de las ideas estéticas, se vuelve la mirada al clasicismo francés y a los modelos clásicos grecolatinos. Es el movimiento artístico llamado Neoclasicismo, según el cual las obras de arte deben estar también sujetas a la razón y obedecer, por tanto, a unos principios de ordenación lógica. En las artes predominan las líneas rectas y la composición equilibrada. En literatura se siguen una serie de reglas y preceptos: distinción clara entre lírica, épica y dramática; separación de tragedia y comedia; respeto en las obras teatrales de las unidades de lugar, tiempo y acción. Conforme pasan los años, sin embargo, una nueva sensibilidad se extiende entre los artistas dieciochescos, que revalorizan el individualismo, la naturaleza, el instinto y el sentimiento: las ideas del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau son decisivas para la extensión de esta corriente sentimental, que preludia ya el Romanticismo del siglo próximo y de ahí que haya sido denominada por algunos como prerromanticismo.

(Lengua Castellana y Literatura, 2º Bachillerato, edición de Julio Rodríguez Puértolas, coordinación y revisión de Literatura de Domingo Ynduráin Muñoz, proyecto y redacción de José Antonio Martínez Jiménez, Francisco Muñoz Marquina, Miguel Ángel Sarrión Mora; ed. Akal, Madrid 2012)

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