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La literatura de la primera mitad del siglo XIX. Orígenes y desarrollo del Romanticismo español

Retrato de Martínez de la Rosa, de M. de Ojeda, 1852
Las peculiares circunstancias históricas y políticas que atraviesa España durante el primer tercio del siglo XIX son las que explican el tardío y extraño desarrollo que el movimiento romántico tiene en la literatura española.

La guerra de la Independencia y el reinado absolutista de Fernando VII impidieron que el Romanticismo llegara a España en los años en que triunfaba en Europa. De hecho, son los emigrados liberales, sobre todo en Londres, los que entran en contacto con el Romanticismo. Entre estos exiliados se encuentran muchos de los autores que luego serán centrales en la literatura romántica española (el duque de Rivas, Espronceda, Martínez de la Rosa…).

Es justo con el fin del reinado de Fernando VII cuando, a la vuelta de los emigrados, brota con cierta pujanza el Romanticismo en la literatura española. A partir de entonces se suceden los estrenos de obras teatrales y se publican libros en verso o en prosa que se declaran ya abiertamente románticos. Los años treinta y cuarenta son los del apogeo de esta literatura. A ello contribuye un medio social urbano en donde las actividades mercantiles y comerciales propician el desarrollo de la burguesía y, por tanto, de un público lector que acoge con interés las nuevas formas literarias.
No obstante, el tardío arraigo del Romanticismo en España y las peculiaridades de la sociedad española hacen que el movimiento romántico español carezca de la consistencia e importancia del Romanticismo europeo. Si en los países más avanzados de Europa la nueva sociedad industrial genera unas contradicciones que el artista romántico expresa con angustia en sus obras, la vida española, atrasada y mayoritariamente rural, no propicia el desarrollo vigoroso de este movimiento. El Romanticismo español adopta las formas del europeo, pero carece de su fuerza y hondura. De hecho, es significativa la rápida instalación en el aparato estatal de la generación romántica que hace triunfar el movimiento en España: Martínez de la Rosa es nada menos que presidente del Consejo de Ministros ya en 1834; el duque de Rivas es ministro de la Gobernación en 1836; otros muchos ocupan asimismo cargos de embajadores, diputados, ministros, gobernadores; incluso los más avanzados, como Larra o Espronceda, alcanzan también su acta de diputado. La figura del escritor romántico bohemio no se dará en España hasta bastante más tarde.

(Lengua Castellana y Literatura, 2º Bachillerato, edición de Julio Rodríguez Puértolas, coordinación y revisión de Literatura de Domingo Ynduráin Muñoz, proyecto y redacción de José Antonio Martínez Jiménez, Francisco Muñoz Marquina, Miguel Ángel Sarrión Mora; ed. Akal, Madrid 2012)

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