'Canciones de amor y de lluvia' (Sergi Pàmies). Poética del ridículo

'Canciones de amor y de lluvia'
Sergi Pàmies
Anagrama, 2014
160 páginas. 13,90 euros

En todos estos cuentos de Sergi Pámies se sustancia, de modo residual u oblicuo, cierta idea de la ridiculez, cierto concepto de infortunio, que participa del humor y se abisma inopinadamente en la desgracia. Quiere decirse que el humor de Pàmies -un humor fino, leve, amargo, mesurado- no nace de sus personajes, de aquello mismo que el narrador nos cuenta, sino de una óptica determinada, no exenta de ternura, cuyo lema o colofón pudiera ser el desvalimiento, la pertinacia y, en suma, la indefensión con la que el ser humano ha dirigido siempre sus actos.

Bien es cierto que algunos cuentos de Pàmies aquí incluidos podrían calificarse de ocurrentes (en el sentido que le daba Azaña a la filosofía de Ortega) y que cabría definirlos como experimentos; experimentos que circunvalan y tantean el propio oficio de escritor, así como su relación con el lector y el vínculo imaginativo que se infiere de ello. No obstante, la mayoría de sus narraciones abundan en una melancólica umbría donde el amor, la vejez y el falible recuerdo de los nuestros, junto con las contradicciones propias de la existencia, cobran una singular importancia, tamizada por el humor y agravada por la extrañeza. Hay que decir, por otra parte, que Pàmies es un escritor preciso, y en consecuencia, breve. Su efectividad, su acierto, reside en una brevedad compendiosa y un uso riguroso del lenguaje que no guarda relación, necesariamente, con el oficio periodístico y sí con cierto lirismo de ascendiente borgiano. De esa economía se desprende, por otra parte, un concepto de la literatura como iceberg, popularizado por Hemingway, y cuyo recurso más obvio es la omisión, su ordenada articulación de ausencias. Así, en "Dos radiofonistas" es una burlona enumeración de recuerdos aquello que oculta la generosidad o el oprobio de sus protagonistas. En "El nicho", una indagación histórica nos distraerá de las paradójicas, y quizá inicuas, raíces del presente. En "Volver a casa andando", sin embargo, es el inadvertido haz de los gestos habituales quien revelará, quien oculta, al cabo, el nudo de los afectos -y de los odios- que nos sustenta.

(Manuel Gregorio González, Málaga Hoy)