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Ruth M. Lerga: "No me gustan las protagonistas perfectas, no me las creo". Su nueva novela, 'Cuando el corazón perdona'

(Círculo de Lectores)
(Barcelona, 1977) Valenciana de adopción, es licenciada en Derecho y se aficionó a la lectura gracias a su madre. Amante de las historias de amor, en 2010 decide escribir su propia novela. Su época ideal para ambientar una historia romántica es la Regencia inglesa. Su nueva novela, Cuando el corazón perdona, es la ganadora del premio Vergara - El Rincón de la Novela Romántica.

- ¿Recuerdas alguna novela en especial que te animara a dar el paso de lectora a escritora de romántica?

- No recuerdo un momento en concreto en que decidiera que me encantaría ser escritora. La idea siempre estuvo ahí, en algún lugar, escondida. Aun así no fue hasta hace unos meses que me decidí a intentarlo, y de la manera más inesperada. Tuve un accidente con el coche, y me lesioné un hombro. La rehabilitación se prolongó más de lo esperado, y me propuse –el médico me propuso, en realidad- teclear todos los días un par de horas, para evitar perder la posición frente al ordenador y que, así, la vuelta al trabajo no fuera más dura de lo esperado. Al segundo día ya no sabía qué copiar, ni tenía más amigos a los que bombardear con correos, así que dejé volar la imaginación…

- ¿Qué necesita un protagonista masculino para resultar interesante?

- Equilibrio. Tiene que ser un canalla, pero con encanto; atractivo y masculino, pero no superficial; malhumorado, pero mordaz; distante, pero con fondo de poeta… y la lista podría no tener fin. Creo que no buscamos un protagonista sin faltas, sino alguien a quien nuestra heroína pueda reformar. Pero tiene que ser un personaje que de entrada ya nos resulte seductor, que no rechacemos de plano. En otro caso, a mí personalmente no me interesaría. En este sentido creo que Richard es un buen ejemplo. Tiene más virtudes que defectos, y es realmente encantador cuando se lo propone, pero dista mucho de ser perfecto.

- ¿Y lo que no puede faltar en la heroína de la novela?

- Para mí necesita, más incluso que su pareja, defectos que la humanicen. No me gustan las protagonistas perfectas, no me las creo. Quiero una heroína con carácter, generosa, y con todas las virtudes que admiro en otras personas y que yo no tengo. Pero también necesito que dude, que se equivoque, pues quiero poder identificarme con ella.

- ¿Cuál es el defecto imperdonable que jamás adjudicarías a un personaje?

- A un buen personaje le perdonaría muchas cosas, y para muestra esta novela y su título. Lo que Richard le hace a Nicole… Pero lo que jamás, jamás podría perdonar sería un acto de violencia contra una mujer. Creo que no hace falta explicar más, desgraciadamente es un tema que parece estar a la maldita orden del día.

- ¿Cómo escoges una época histórica para ambientar tus novelas? ¿Cuál sería tu favorita?

- En este sentido creo que nunca tuve elección. Cuando era una cría tuvimos (mi hermana y yo) la suerte de tener una sitter que acababa de regresar a España, después de vivir durante muchísimos años en Londres, donde estuvo sirviendo en una casa de abolengo. Nos contaba lo maravillosa que era la vida allí, las maneras británicas... Recuerdo que en televisión daban “Arriba y Abajo”, y nos sentábamos con ella a verla. Me enamoré de sus historias. Cuando empecé a leer romántica, no pude elegir otra ambientación. Y cuando empecé a escribir, tampoco. Tenía que ser Inglaterra. Y la mejor época para crear una historia de amor en Inglaterra creo que fue el siglo XIX. Me inclino por la primera mitad de dicho siglo; quizá fue algo más decadente, pero me apasiona, no puedo remediarlo. Por supuesto no descarto explorar otras épocas y lugares, pero de momento con la Regencia inglesa me siento satisfecha.

- Cuando estás trabajando en un libro, lo primero que escribes es...
a/La primera frase.
b/El primer encuentro: chico conoce a chica.
c/Una escena de alto voltaje erótico.

- Depende de lo que entendamos por “trabajar” en un libro. Cuando imagino una historia –antes siquiera de haber intentado plasmarla en papel- imagino el primer encuentro: qué se dirán, dónde estarán, qué sentirán… A partir de ahí sitúo a mis protagonistas y los voy conociendo: su carácter, sus motivaciones, sus miedos. Y luego dejo que la historia fluya, siempre dentro de un orden. Sé que es un tópico, pero realmente son ellos quienes me llevan hacia el final, quienes me dicen qué quieren hacer a continuación.

- En “Cuando el corazón perdona” los personajes surgieron de una novela anterior donde eran unos secundarios necesarios para definir a otros protagonistas. No tenía intención de escribir una historia sobre ellos, pero fueron estos mismos personajes quienes me “obligaron” a hacerlo.

- No pensé, cuando los creé, que Nicole fuera tan rencorosa, ni que Richard pudiera hacer lo que hizo, pero mientras escribía esta novela no podía imaginar una trama diferente. Eso sí, en cuanto me siento frente al ordenador, con las ideas más o menos claras, empiezo por la primera frase y termino por la última. No me precipito, no adelanto nada, no me lanzo hacia las escenas que más me apetece escribir. A veces me cuesta contenerme, sobre todo cuando estoy llegando al final y quiero cerrar el “felices para siempre”, pero trato de ser disciplinada. Si escribiera primero los capítulos que más me gustan, sé que no me molestaría en completar una historia.

- ¿Y lo que más difícil te resulta escribir?

- El final, sin lugar a dudas. Me da terror precipitarme y que sepa a poco, pero también ponerme demasiado sensiblera y que resulte excesivo. En ocasiones he leído historias preciosas cuyo final las ha deslucido, y temo que me pueda ocurrir lo mismo. Afortunadamente cuento con dos personas de confianza y con criterio, que me critican cualquier cosa de mis novelas que no les parezca lo suficientemente buena, y no solo el final. De esta modo escribir es más sencillo, pues sé que si me equivoco me lo harán saber. Es como saltar con red, supongo.

- ¿Prefieres el amor a simple vista (hablamos de ficción) o que tus protagonistas se detesten en su primer encuentro?

- Pues me gustan las dos cosas, en realidad. Creo que es ideal cuando uno de ellos se enamora a primera vista, aunque le cueste reconocerlo por temor al rechazo; y simultáneamente el otro siente una antipatía casi instantánea. Hace la historia más interesante ¿no? Ambos luchando contra los sentimientos del otro, los suyos propios, y las impresiones preconcebidas.

- ¿Quién tiene más peligro: un galán paranormal (tipo Cazador Oscuro) o el canalla terrenal de toda la vida?

- El canalla terrenal me haría peligrar, seguro. Soy más de Regencia o de actual que de romance paranormal o novela histórica. Supongo que es una cuestión de gustos. Pero que conste que, hablando de Cazadores Oscuros, a Zarek no le haría ascos…

- ¿Qué lees cuando no lees novela romántica?

- Diré que más de la mitad de las novelas de mi biblioteca son de romántica. Aun así, me gustaría pensar que soy una lectora bastante ecléctica. En este momento estoy con “La Grieta” de Doris Lessig, un regalo de navidades. Y últimamente he rescatado los dramas de Shakespeare, que tenía olvidados desde hacía años. Me confieso adicta a los best-sellers, del estilo de PD James, Grisham, Le Carré, Forsyth… Y todavía me queda algo de tiempo para la poesía, aunque sin experimentar demasiado: Benedetti, Aleixandre, Neruda… Leo bastante, la verdad, o al menos lo hacía antes de lanzarme a escribir, porque últimamente parece que absorbe todas mis energías literarias. En cualquier caso, mi estado de ánimo suele dictar mis gustos.

- ¿Y qué te gusta hacer cuando no estás escribiendo?

- Leer, cocinar, salir a cenar por ahí, rodearme de buena compañía, frustrarme viendo series de la BBC en versión original… Bueno, y como todos tenemos algún vicio, reconoceré que el fútbol es el mío.

- El primer lance amatorio debería tener lugar...
a/Antes de la página 100.
b/Antes de la página 50.
c/No hay reglas: mejor donde y cuando menos te lo esperas.

- Para mí el primer encuentro amatorio es muy importante en el devenir de la novela, pues suele provocar un cambio en la trama y en sus protagonistas, y debe acontecer por tanto cuando toca, ni antes ni después. En la historia que tengo ahora en la mesa sucede en la página treinta, mientras que en otras no sucede antes de la ciento cincuenta. Incluso tengo una en mente donde la historia de amor comienza tras diez años de matrimonio. Depende de los personajes y de la historia que les toque vivir. No creo que deba haber reglas al respecto. Hay una escritora en concreto que hace que ocurra siempre entre la página cien y la ciento veinte, es casi mecánico. Ahora bien, en su favor diré que lo hace coincidir con el mejor momento posible, y que lo hace además maravillosamente bien. Pero me lo estoy esperando como treinta páginas antes, y eso me hace torcer un poco el gesto, la verdad. Mi experiencia en escribir es muy poca como para dictar sentencia sobre algo tan vital en una novela romántica, pero como lectora opino que es mejor no forzar nada, y dejar que ocurra, que nos sorprenda, que pasemos unas cuantas páginas deseándolo.

- Tus lectores masculinos existen (aunque sean silenciosos). ¿Les dirías algo en especial (aunque no se den por aludidos)?

- Nunca he encontrado a un hombre leyendo romántica, y no he tenido el placer, por tanto, de conversar al respecto con miembros del otro género, que seguro tienen unos puntos de vista muy interesantes. Es una asignatura pendiente que espero cursar algún día. En cualquier caso les diría que no se avergüencen de disfrutar con una buena historia de amor, de soñar con vivir una.

- ¿Te has vengado alguna vez de alguien a través de un personaje? (No es necesario que des pistas concretas...)

- Una sola vez, en un relato que colgué en internet. Fue una maldad por mi parte, lo sé, pero es que ese alguien hizo mucho daño a una persona a quien quiero, y además actuó alevosamente. En cuanto la idea fraguó en mi mente, ya no pude dejar de hacerlo… Pero prometo no repetir.

- ¿Qué te aporta la novela romántica que no encuentras en otro género?

- Calma, sosiego. No es únicamente la garantía de un final feliz, sino saber que voy a sonreír, a disfrutar de la lectura, de la primera a la última página. En los momentos de tristeza, o de estrés, cuando mi cabeza parece no poder parar, mi mejor remedio es una historia de amor bien narrada. Me relaja, me pone de buen humor, me da ánimo.

- La escena más romántica de la historia del cine o la literatura es...

- Elegiría sin dudar un drama de época de la BBC, “Norte y Sur”, basado en la novela homónima de Elizabeth Gaskell. La última escena, cuando los protagonistas se encuentran en una estación de tren, es preciosa, perfecta en su sencillez. Sin apenas palabras, y con el beso contenido más hermoso que se pueda dar o recibir… suspiro cada vez que la veo. Aunque he de reconocer que mi debilidad por Richard Armitage debe tener algo que ver…

- ¿Y la declaración de amor más torpe (o simplemente mejorable) que has visto en una película o una novela?

- Para mí la peor declaración de amor, siguiendo con las románticas inglesas del XIX, es la primera petición de mano de Darcy en “Orgullo y Prejuicio”, cuando le dice a Elizabeth Bennet que la ama a pesar de lo que le dicta su buen juicio, de las expectativas de su familia, y de que ella sea inferior a él en rango. ¡¿Cómo?! ¡¿Y todavía se sorprende del rechazo de Lizzie?! Y no son solo sus palabras, sino la frialdad que hay en ellas. Afortunadamente la segunda vez la petición es mucho más emotiva… pero claro, es que hacerlo peor era prácticamente imposible, ¿no?

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