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Richard Ford. La fuerza del lenguaje

(Javier García Recio - La Opinión de Málaga)




Richard Ford: 'Canadá'
Traducción de Jesús Zalaika
Anagrama. 24,90€

Cruzar la frontera de la adolescencia.- Dell Parsons tiene 15 años cuando sucede algo que marcará para siempre su vida: sus padres roban un banco y son detenidos. Su mundo y el de su hermana gemela Berner se desmorona en ese momento. Con los padres en la cárcel, Berner decide huir de la casa familiar. A Dell, una amiga de la familia le ayudará a cruzar la frontera canadiense con la idea de que allí pueda reiniciar su vida. En Canadá se hará cargo de él Arthur Remilinger, un americano enigmático cuya frialdad oculta un carácter sombrío y violento. En ese nuevo entorno, Dell reconducirá su vida y se enfrentará al mundo de los adultos.
Su inicio es poderoso e impactante: "Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después". Aquí está, en estas 18 palabras, lo esencial del argumento de 'Canadá', la nueva novela en español de Richard Ford. Ese comienzo es toda una sublimación de las intenciones narrativas de Ford. Con él no sólo demuestra la soberbia plasticidad de su inteligencia, además nos señala sus intenciones que no son otras que demostrar que el estilo y la capacidad de adorar el lenguaje es lo que prima sobre el argumento, que coloca a su servicio. Por eso no duda en desvelarlo desde las líneas iniciales de 'Canadá'. Desde el principio, el lector sabe lo que es inevitable que se produzca, por lo que es inquietantemente consciente de lo que va a ocurrir.

Como en el resto de sus trabajos literarios, la fuerza de la novela recae casi exclusivamente en el lenguaje. De ahí las bellas descripciones de los paisajes canadienses o del norte de EE.UU. o la detallada exposición de un simple suburbio. 'Canadá' marca un retorno a los temas clásicos de Ford.

Dell Parsons, un chico estudioso interesado en el ajedrez y la apicultura tiene 15, en 1960, cuando sus padres acuciados por las deudas, deciden robar un banco. Cincuenta años después, a punto de retirarse de la enseñanza, Parsons mira hacia atrás y recuerda a sus padres, y el robo del banco que cambió toda su vida, cuando tenía sólo 15 años, y la aceptación pasiva, a diferencia de Berner, su nerviosa hermana gemela, que se escapó. Lenta de movimientos, la prosa de Richard Ford es rítmica, majestuosa y sirve de manera asombrosamente sincera a la narración. El padre de Dell, Bev, un soñador apenas educado, tenía encanto sureño y poco más, mientras que su esposa, Neeva Kamper, hija de inmigrantes polacos, era una pequeña cuasi-bohemia, con pretensiones literarias. Ford, como siempre excepcional en la descripción del comportamiento humano, hace un uso inspirado de la ineptitud de los padres como atracadores. Dell, el protagonista, recapacita sobre la locura de todo esto, siempre reflexionando sobre sus recuerdos. La narrativa es repetitiva, con un efecto brillante. Como un perro con un hueso, Dell rodea los hechos, constantemente sondeando, debatiendo consigo mismo. Por ello, la novela son los recuerdos intercalados de un mismo narrador tratando de dar sentido al pasado. Hay algo inquietante en la voz tranquila, modulada de Dell, pero cuanto más nos dice, más su temperamento parece una respuesta saludable a los traumas que debe enterrar un hombre débil.

"No eran la gente para robar un banco", Dell señala discretamente mientras se esfuerza por explicar por qué sus padres hicieron los errores desastrosos que hicieron. A la manera casi infantil de un chico de 15 años entiende que "es un misterio cómo somos. Un misterio". "Ellos eran gente normal. Engañados por las circunstancias y malos instintos, junto con la mala suerte, para aventurarse fuera de los límites que sabían qué era correcto y, a continuación, se vieron incapaces de volver".

A partir de ahí, tras la huida de la hermana gemela, Dell cruzará la frontera canadiense con la esperanza de encontrar una segunda oportunidad en un entorno de prados y cielos que le permitirá reconducir su vida y enfrentarse al mundo de los adultos. Ford no renuncia a la esperanza, algo que pertenece a nuestro mundo, de ahí que, por encima de los traumas del protagonista, este encuentre finalmente su camino, que desanda en sus recuerdos 50 años después.

Con 'Canadá', Ford vuelve a sus temas clásicos. Con una narrativa poderosa, cautivadora, que huye de los artificios de la ficción moderna, nos devuelve una prosa profunda y humanista, nada irreal, soberbia y grande. Ford es un escritor en la cima de su inteligencia narrativa. 'Canadá' es la mejor prueba de ello. Es realmente magnífica.

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