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'A este lado del paraíso (Antología)' (María Victoria Atencia). Palabra de María Victoria Atencia





Recorrido por las reflexiones de la poeta malagueña, tras el tributo de la Junta de Andalucía que la declara 'autora del año' y le dedica una exposición y una antología

Poeta y aviadora. Pionera de versos que despegaron en un microcosmos que se sorprendió. A estas alturas, cualquier semblanza de María Victoria Atencia (Málaga, 1931) intenta huir de las frases hechas. Evita aterrizar en una biografía previsible. Y, sobre todo, detesta la oratoria oficial de los homenajes. Quizás por eso, ahora que atiende a los compromisos que implican ser la 'autora del año' para la Junta de Andalucía, es el momento de recuperar reflexiones e inquietudes, de ahondar en la visión del mundo y de la poesía que lleva décadas destilando.

- Su primer trance poético.

"Debió de ser en alguno de los días del verano del 36. Sueño y recuerdo aquel estado especial que recorrió y se adueñó de mi pequeño cuerpo con apenas cuatro años. Las luces, reflejos y sombras me hicieron sentir por vez primera la belleza en grado sumo, en aquella tierra de los Montes de Málaga. Allí gusté del fulgor: el cuerpo de la gracia. Más sobre los 20 años comenzaron a llegar a mis manos de joven asombrada un caudal de poemas que eran la ofrenda de aquel dios premonitorio; poemas que inundaron mi vida con un sentido más profundo que el hasta entonces conocido".

- El arte de inspirarse.

"Los poemas vienen a mí, no es que yo vaya a buscarlos. Cuando tengo necesidad de escribir un poema, lo escribo, pero no porque tenga un motivo pensado. Los poemas vienen a mí y, según mi estado de ánimo, los recibo, los escribo y los paso al lector. Es un proceso largo. No es pensar: 'esto me provoca y voy a escribir'. No. Es mucho más complicado, sobre todo cuando se llevan muchos años escribiendo".

- Influencia o instinto.

"Los poetas no se deben a nada, sólo se deben a su sensibilidad y a su forma de ver la vida, y, sobre todo, a la lectura de los poetas mayores, de los del 27, del 50, del 98, y de cualquiera que haya sido grande. Lo que se lee y todo de lo que se empapa un escritor terminan saliendo a la larga".

- Amistad entre poetas.

"Estoy muy agradecida a esa parte de la Generación del 27 que tuve la dicha de conocer. Aquel trato cordial me permitió aprender de su sabiduría y dominio de la lengua en el ámbito de la poesía: Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Jorge Guillén... También le agradezco mucho a tantos amigos que me ayudaron con el regalo de su guía, y su enseñanza: Alfonso Canales, Bernabé Fernández-Canivell, Pablo García Baena, Muñoz Rojas".

- Ella y San Juan de la Cruz.

"Comencé mi primer cuaderno de poesía citando un verso de San Juan de la Cruz, tan actual, tan de 'poeta contemporáneo', como lo llamó Carlos Bousoño. La suya es la voz del santo patrón de poetas, que ha sido para mí amparo, durante el curso de mi vida de mujer diciéndose en palabra poética, de mujer joven madre y de mujer que ha llegado a estas fechas de edad avanzada".

- La Málaga impresora.

"La imprenta Sur era una isla superior en una ciudad tan triste y tan pobre por la guerra. La imprenta hizo una cosa preciosa para una ciudad de la que decían que había 1.000 tabernas y una librería. La categoría de ciudad impresora se ha hecho universal, ha ido subiendo y se mantiene".

- La ciudad del paraíso.

"El poema de Aleixandre nos trajo el descubrimiento de Málaga como ciudad en la poesía. El poema lo dice todo. El poema se evoca a él mismo. Después de lo que en él se dice, todo lo demás es obvio. Dejó dichas una serie de cosas con tanta hermosura que después era imposible decir algo más. Aunque se han escrito más cosas sobre Málaga, su caso es excepcional, no lo podemos mejorar ninguno. Ese gran poema y Vicente describieron muy bien a Málaga como paraíso. Es el paraíso de su infancia. El recuerdo de la infancia vivida como un paraíso. Como niño, para él esta ciudad era la gloria. También habla de ella en sus memorias cuando se acuerda de la calle Larios o de cuando iba al colegio con su amigo Emilio Prados. Era su paraíso, y es que Málaga es realmente un paraíso. Para los malagueños debe serlo, y para los extranjeros sólo hay que figurarse todo lo que es cuando se ponen al sol. A veces, he llegado en un avión y he visto cómo los centroeuropeos se bajaban en mangas cortas como locos".

- La ciudad-musa.

"Málaga en mi poesía lo ha significado todo. Si yo no fuera de Málaga o no hubiera vivido aquí, no hubiera escrito lo que he escrito y de la forma en que lo he escrito. Quizá hubiera salido mejor, o no. Pero Málaga está en todos los poemas, la ciudad, el amor, muchas cosas son las que hacen que mis poemas sean lo que son. Y a la Málaga de hoy la veo cada vez mejor. He tenido la suerte de estar siempre aquí y espero que cuando me vaya, me vaya también desde aquí".

(Cristóbal G. Montilla, El Mundo)

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